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PERSPECTIVA
DE LA GLOBALIZACION
INTRODUCCIÓN AL MUNDO NUEVO
Por Virgilio Ángel Galeano
Buenos Aires, Julio de 2001
El Siglo XXI, desde su nacimiento, ha inducido al
análisis de los últimos 100 años, y ha propuesto y exigido, la investigación y
cuestionamiento del futuro desarrollo de la civilización. Girar las páginas del
almanaque no es lo que ha ocasionado la curiosidad de esta indagación. Esta
inquietud es producto de la influencia del sentimiento de la sociedad, que
atraviesa por una transformación que sentará las bases de sucesos que influirán
a generaciones enteras..
El último período; voy a referirme al más notorio al
cual pueden recordar con mayor facilidad las últimas tres generaciones, han
visto la asombrosa y mágica evolución del conocimiento científico y de las
técnicas productivas. Entre ellas, para mencionar algunas: La fusión del átomo,
la computación, la robótica, la tecnología genética y la difusión del sistema
de comunicación que sólo eran un sueño hasta hace pocos años. Sin embargo, este
extraordinario desarrollo del conocimiento científico y tecnológico de las
fuerzas productivas, ofrece una gran contradicción con relación a otra
característica de la época: La sensación abrumadora que, desde el punto de
vista social, nada se puede lograr y que la sociedad marcha hacia atrás. Es
importante hacerse a la idea que, el siglo XX, recibió al hombre en carretas y
lo despidió viajando hacía las estrellas.
Con esta premisa, durante los últimos años, (desde
1975) los cambios producidos en el proceso de producción
relacionado con la globalización de todos los aspectos de la vida económica, se
van acelerando cada vez más, han barrido con todas las viejas certidumbres
políticas y económicas. Los pueblos del mundo se encuentran atrapados en un
torbellino de fuerzas que no controlan y que nadie puede controlar. Lo viejo y
lo nuevo se mezclan con asombrosa facilidad zarandeando la vida de los pueblos
en una coctelera. Cada día que transcurre se produce una nueva catástrofe:
Invasión de países que son declarados “enemigos de la libertad”, y como
consecuencia, hambre, guerras civiles, conflictos étnicos, levantamientos
prerrevolucionarios, amenazas de guerra civil.
Por otra parte el cierre de las fábricas azota al
mundo con incontables despidos de trabajadores, los ajustes económicos provocan
achicamiento y crisis de los Estados gubernamentales y el personal de las
corporaciones cae como moscas por otra parte la reducción de los servicios
sociales amenaza la supervivencia de las personas. La frecuente amenaza de
crisis económica, cuyos signos de advertencia se muestran a través de las
tormentas financieras, está haciendo tambalear la economía capitalista mundial
durante la última década y ya es un fenómeno sentido en todos los rincones del
planeta.
CERTIDUMBRE DE LA HUMANIDAD
En los tiempos antiguos, los hombres consultaban a
las estrellas para guiar sus caminos y el futuro, o buscaban respuestas en el
mundo natural para averiguar si los dioses les sonreían. El hombre moderno no
realiza esas prácticas, pero cada día millones de personas en todos los
rincones de la tierra consultan las bolsas de valores. El Dow Jones, NASDAQ,
MERVAL, NYSE EURONEXT, NUEVA YORK, PARÍS, AMSTERDAM, BRUSELAS Y LISBOA, BOLSA
DE FRANCFORT y las que tienen significado para los dueños del capitalismo,
buscando averiguar que futuro les guarda. ¡Cómo si una que otra cifra pudiera
determinar el desarrollo socioeconómico!
Esta incertidumbre que ha evolucionado con el
tiempo, no es nueva. La situación actual es resultado del desarrollo del
sistema internacional capitalista desde sus inicios. A tal punto que La
burguesía no puede existir sin revolucionar constantemente los instrumentos de
producción y las relaciones de producción y todas las relaciones de la
sociedad. La revolución constante de la producción, la disolución sin cesar de
todas las condiciones sociales, la incertidumbre y la agitación distinguen a la
época burguesa de todas las otras épocas anteriores. Todas las relaciones fijas
o las relaciones que se han formado muy rápido desaparecen de un día para otro.
Las nuevas relaciones quedan anticuadas antes de afirmarse. Todo lo sólido se
disuelve en el aire, todo lo que es sagrado se profana y los hombres una vez
por todas se ven obligados a enfrentarse con sobriedad a sus verdaderas
condiciones de vida y a las relaciones con sus semejantes. Sin embargo los
mentores del capitalismo son tan obtusos que se niegan a ver la realidad.
La revista Australian Financial Review publicó en la
página editorial un artículo titulado “A decir verdad, nunca nos ha ido tan
bien” (con el subtítulo de “Démosle gracias al libre mercado capitalista por
nuestra prosperidad sin precedente”). Este artículo empieza diciendo “Las
poblaciones de los países avanzados son hoy los pueblos más ricos y de mayor
libertad que el mundo ha conocido. Gozamos de salud, longevidad, movilidad,
seguridad, educación intelectual y comodidades a niveles que nunca se habían
visto. Podemos decir con toda confianza que los problemas de prosperidad y
libertad, que han sido tan centrales a la humanidad desde sus comienzos hasta
el Siglo XX, han sido esencialmente resueltos.”
El artículo sostiene haber probado que el
capitalismo superó al socialismo en aquello que precisamente, el socialismo se
suponía superior: el mejoramiento de las condiciones de vida de los humildes.
“Si todos ahora somos capitalistas es porque nosotros los modernos —de la
derecha, de la izquierda y del centro— somos profundamente igualitarios y el
capitalismo se está revelando como el más igualitarios de todos los regímenes”.
Estas declaraciones son tendenciosas y oportunistas. No son diferentes de las
que afirmaban a principios de los 90’, cuando se victoreaba el colapso del
régimen estalinista en la Unión Soviética y Europa Oriental como “la muerte del
socialismo” y “la victoria del mercado”. Desde las bancas parlamentarias hasta
los salones de las cátedras universitarias, en artículos de prensa y revistas
académicas, el tema se repitió incesante: La gran batalla ideológica y política
del Siglo XX se había terminado. De ahí en adelante el mercado, basado en la
propiedad privada de los medios de producción y de los recursos económicos, con
su implacable lucha competitiva por la acumulación de la riqueza a favor del
capital, reinaría sin ningún desafío. Algunos llegaron a proclamar sin enrojecerse que era la llegada
de: “El fin de la historia”.
LOS CAMBIOS SOCIALES
Nunca se consideró el hecho que los regímenes
estalinistas, no representaban un socialismo genuino. Esos países eran gobernados
por una maquinaria burocrática y despótica que había llegado al poder por medio
de la represión brutal de la clase obrera y el asesinato de su dirigencia
revolucionaria. No se toleró que ningún análisis de los hechos verídicos
contradijera la versión que el mercado capitalista se había mostrado la única
forma viable de la organización social. Estas declaraciones se hicieron con los
cambios legislativos y políticos durante el período siguiente —dirigido por
Reagan y la Thatcher en la década de 1980— barriendo el planeta de programa liberal. Los partidos socialdemócratas, nacionalistas de izquierda por
décadas habían proclamado la posibilidad de reformar al capitalismo a favor de
la población, pero en ese momento cancelaron su política reformista. Los
dirigentes de los sindicatos se apresuraron a convertirse en socios del capital
para asegurarse las ganancias y la “competencia internacional” en el mercado
global. Esas asociaciones fueron el peor castigo sufrido por la clase
trabajadora en todo el planeta.
Los presidentes de los gobiernos nacionalistas en
países subdesarrollados, de inmediato se declararon países emergentes,
abandonando los programas de desarrollo económico nacional, los planes
sociales; y formularon como primera medida: Las intenciones de brindarle al
capital internacional oportunidades para las inversiones; (recuerdan al
“Riojano” del salariazo), y La adherencia a los “principios del mercado libre”
o sea las privatizaciones y las desregulaciones del mercado.
Durante los últimos 30 años y en particular
durante el ritmo de desarrollo enloquecido de la década de los 90’, la
organización económica del mundo entero cayó bajo el dominio del mercado
capitalista mundial. En ningún otro período histórico de la humanidad el
mercado ha ejercido tanto poder. Esta situación nos ubica en un lugar
verdaderamente único y de privilegio para juzgar los aciertos y los errores de
los partidarios del mercado y analizarlos en los términos de la experiencia
histórica. De esta manera se puede apreciar el período cercano desde veinte
años a la fecha cuando se publicó una avalancha de información demostrando un
asombroso aumento de la polarización social en todo el mundo.
En ese momento nos enfrentamos a los siguientes
datos: la riqueza de los 475 billonarios del mundo equivale al ingreso de
dinero combinado, de más del 50% de la población mundial, que en números
redondos son unas tres mil millones de personas. Esta acumulación de riqueza
procede un avance de manera muy acelerada. La cantidad de billonarios en
Estados Unidos aumentó de 13 millonarios en 1982 a 149 en 1996 y sigue
aumentando. Según el Informe Sobre el Desarrollo Mundial de las Naciones Unidas
de 1998, las tres personas más ricas del mundo poseen bienes que exceden el
Producto Bruto Interno de 48 países, entre los menos desarrollados. Los bienes
de los 15 millonarios más ricos tienen mayor valor que el PBI de la región
sub-Sahara de África, y los 32 más ricos poseen bienes de mayor valor que el
PBI del sudeste de Asia. La riqueza de los 84 individuos más ricos excede el
PBI de la China, la cual cuenta con una población de 1.400 millones de
personas.
QUE LE OCURRE A LA MAYORIA DE
LA POBLACION?
De los 4.400 millones de habitantes de países en
desarrollo, casi 60% carece de instalaciones sanitarias básicas, el 33% todavía
no recibe agua potable y un 25% no tiene vivienda adecuada. El 20% sufre
nutrición deficiente y la misma cantidad no tiene acceso a servicios de salud
adecuados, ni preventiva. Entre 1960 y 1994, la brecha entre el ingreso “per
capita” del 20% más rico de la población mundial y el 20% más pobre se duplicó,
aumentando de 30,1 a 78,1. Y para 1995, la proporción había aumentado a 82,1.
En 1997, el 25% más rico de la población en el
mundo recibió 86% del ingreso mundial mientras que el 25% más pobre recibió
solo el 1,3%. Más de 1.300 millones de habitantes son forzados a subsistir con
1 dólar al día; es decir, viven bajo amenaza de subsistencia. De acuerdo a las
Naciones Unidas, de los 147 países definidos como “en desarrollo”, unos 100
países habían sufrido "grave deterioro económico” durante los últimos 30
años.
Por lo tanto, como podemos apreciar, no son los
“desastres naturales” lo que ha causado el empobrecimiento de poblaciones
enteras en gran parte del mundo. El empobrecimiento es efecto directo de la
manera tergiversada como los mercados financieros funcionan y los programas
implementados por el Fondo Monetario Internacional para lograr ajustes
estructurales en nombre de los bancos, de las instituciones financieras internacionales
con el propósito de crear condiciones para que el capital mundial mantenga su
dominio.
A pesar de los enormes pagos reintegrables,
extraídos a gran precio social, el nivel de insolvencia de dinero efectivo
continúa aumentando. En 1990, la deuda total de los países en desarrollo fue de
mil cuatrocientos (1400) trillones de dólares; para 1997 había subido a dos mil
ciento setenta (2170) trillones de dólares. En África, la deuda total fue de
trescientos setenta (370) dólares por cada habitante del continente. La deuda
total de varios países fue cuatro veces más que su Producto Bruto Interno. En
1998, países del Tercer Mundo pagaron setecientos diecisiete (717) millones
diarios de deudas a los bancos e instituciones financieras.
LA SITUACION EN LA EX URSS
Por otra parte la mayor devastación se produjo en
los antiguos territorios de la ex Unión Soviética, donde los voceros del
capitalismo proclamaban entusiastas que el mercado produciría magia. Desde
1989, se calcula que la economía rusa ha decaído un 50%. En términos económicos
actuales el tamaño es igual a Holanda, con una pérdida de producción mayor que
la de 1942, cuando los invasores nazis ocupaban gran parte del país.
La tasa de natalidad también ha disminuido 50% desde
1985; la excede una tasa de mortalidad de 1.6%. En caso de seguir esa
tendencia, la población rusa declinará 20% durante la próxima década. A
principios del Siglo XX, la longevidad de los varones rusos de 16 años de edad
era mayor que en la actualidad. Es decir, a pesar de dos guerras mundiales, la
guerra civil, el hambre, las persecuciones políticas y los campos de
concentración, un joven de 16 años tenía 2% mejor oportunidad de llegar a los
60 años en 1900 que en el siglo XXI. Aún cuando alguien, hubiera decidido de
modo conciente, hacerle un chiste cruel a la humanidad, seguro que nadie
hubiera imaginado la situación que ahora se despliega por todos los rincones
del planeta. A medida que el nuevo siglo avanza, el “triunfo del mercado” se
parece más y más a un desastre de la naturaleza.
En todos los rincones del planeta, las condiciones
sociales se caracterizan por una pobreza que se profundiza y desarrolla una
desigualdad acelerada, produciendo una erupción continua de catástrofes
humanas. Y en medio de estas calamidades sociales el Nuevo Orden Mundial del
mercado capitalista, quedó desenmascarado con el lanzamiento de guerras
brutales por parte de los poderes imperialistas, quienes nuevamente se disputan
el dominio de la tierra, utilizando todas las armas que poseen, para amedrentar
a la humanidad.
MERCADO LIBRE Y PODER MILITAR:
CAPITALISMO
La conexión entre el dominio del “mercado libre” y
el uso del poder militar encontró su expresión en un artículo de Thomas
Friedman, redactor de noticias extranjeras del New York Times, que publicó cuando
comenzaba el asalto de la OTAN contra Yugoslavia. “La mano escondida del
mercado”, escribió Friedman, “nunca podrá obrar sin esconder el puño. Mac
Donald's no puede florecer sin Mc Donnell Douglas, fabricante del F-15. Y el
puño escondido que mantiene al mundo salvo y seguro para las tecnologías del
Valle Silicón se llama el ejército, la fuerza aérea, la marina y la infantería
de marina de los EE.UU... Sin Los Estados Unidos de guardia no habría ‘American
on Line’”.
El capitalismo siempre ha creado miseria para los
pueblos del mundo, esta es una verdad que nadie puede negar, pero durante los
últimos cincuenta años los partidarios del capitalismo han sostenido que por lo
menos en los países más ricos han aumentado el nivel de vida para la mayoría de
la población trabajadora. Esta es una verdad relativa, porque la aparente
distribución tuvo un costo irrecuperable: Aumento de salarios a cambio de
perder beneficios sociales y mejoras laborales. Las nuevas capas directivas de
los sindicatos negociaron los aumentos en dinero a cambio de la desregulaciones
laboral. Los líderes que han surgido del seno de la clase obrera, se han
encargado de vender las conquistas que sus antepasados ganaron en el campo de
“batalla”.
Por lo tanto los únicos que realmente se beneficiaron
fueron las capas de la “aristocracia” obrera, que todavía siguen haciendo
“Loby” en todos los países capitalistas. La expansión económica de los últimos
25 años ha producido una polarización de la riqueza que se amplía más y más,
produciendo un deterioro creciente en el ingreso real de la mayoría de los
asalariados. En ningún lugar del mundo esta tendencia es más aparente que en
Los Estados Unidos, que se considera modelo non plus ultra de la economía del
“mercado libre”. Se estima que las tasas de salarios en Los Estados Unidos
están por debajo de lo que eran en 1973. Ni siquiera durante los 25 años que
duraron y se extendieron los efectos a causa de la Gran depresión del año 1930,
la tasa de salarios reales nunca alcanzó a contraerse por tan prolongado
período de tiempo como ocurre en todo los Estados Unidos desde 1975.
El deterioro de ingresos reales para la mayoría de
los trabajadores es el resultado de una redistribución “hacia arriba” de la
riqueza. Durante los doce años de 1983 a 1995, el valor neto del 40% de los
hogares más pobres declinó 80%. El slogan propagandístico que los partidarios
del mercado libre tanto aman —que la riqueza llega a todas las capas— es pura
fantasía. Lo que en realidad tenemos es una succión que tira para arriba.
El valor combinado neto, de las 400 compañías
nombradas por Forbes, como la más ricas fue de un (1) trillón de dólares en
septiembre de 1999. Esto representa un aumento de 7.380 millones de dólares
desde el año anterior. Solamente una quinta parte de ese aumento,
aproximadamente 4800 millones de dólares, hubiera sido suficiente para levantar
a todos los estadounidenses que oficialmente viven en la pobreza (15% de la
población y 25% de todos los niños) justamente es la marca que define la
pobreza.
Se pueden citar cifras similares en todos los países
capitalistas más desarrollados. Por ejemplo, de acuerdo a un estudio reciente
en Australia: “En 1994, el 20% de los hogares más ricos recibieron 40% del
ingreso disponible; el 20% más pobre recibió menos del 6%. Comparado con el año
1984, el ingreso de las tres quintas partes más pobres fue reducido, el del 20%
que le sigue se mantuvo al mismo nivel, y el del 20% más rico aumentó. Los
ingresos disponibles reales fueron más bajos para todos excepto los del 20% más
rico, a pesar del aumento en hogares que dependían de dos ingresos”. En otras
palabras, la gran mayoría de la población está peor en términos relativos. Pero
también lo está en términos absolutos. Vale decir que. los ingresos reales han
declinado.
El estallido de la crisis económica asiática de
1997-1998 azotó a los partidarios del “mercado libre”. Pero, sin embargo,
después de todo, en 1993 el Banco Mundial se refería al desarrollo de esa
región como el “milagro económico asiático”, que a su vez, supongo, fue testimonio
a la capacidad que el mercado capitalista tiene para acabar con la pobreza. La
contradicción entre lo que sostenían y lo que la experiencia mostró no
convenció para nada a los principales representantes del capitalismo
internacional. Porque luego siguieron entablando una defensa más estridente del
“mercado libre”.
En un importante discurso en abril, 1998, cuando la
crisis asiática se hallaba en pleno, el presidente del Banco de Reservas de los
Estados Unidos, Alan Greenspan, proclamó que la crisis representaba “un paso
importante en lo que evidentemente ha sido la tendencia significante e
inexorable hacia el mercado capitalista”. Según Greenspan, el “mercado surge de
algo profundamente arraigado en la naturaleza humana” y “la historia está llena
de ejemplos de sistemas económicos y sociales que han tratado de contrarrestar,
o alterar, la naturaleza humana y han fracasado”.
Los defensores ideológicos del
capitalismo no han progresado para nada desde que el filósofo conservador
británico, Edmund Burke, proclamara en el Siglo XVII que la sociedad
capitalista era natural y sagrada. “Las leyes del comercio”, escribió hace más
de 200 años, “son las leyes de la naturaleza, por consiguiente, son leyes
de Dios”. Como dijo Greenspan, “La lección que de todo esto es que sólo los
sistemas basados en el mercado libre muestran la flexibilidad y la robustez
para acomodar la naturaleza humana, aprovecharse de una tecnología que se
desarrolla rápido, y así adelantar los niveles de vida de manera consistente”.
(Necesito un minuto de silencio y un poco de reflexión antes de seguir)
LA MISION DE UN REVOLUCIONARIO
La misión de todo revolucionario, no consiste solo
en presentar como un acto verídico la contradicción entre la situación a la que
se enfrenta la mayoría de la población del mundo y las proclamaciones de los
partidarios del capitalismo, sobre las maravillas del mercado libre y las
virtudes del sistema de beneficios y ganancias que muestran como infalibles. No
es necesario revelar el misterio, sobre la polarización social profundizada,
donde, “La acumulación de la riqueza en un extremo, resulta a la vez en la
miseria, la agonía del sudor, la ignorancia, la barbarie y la degradación
mental en el otro extremo”, está incrustada en el sistema de beneficios para
favorecer solamente a una clase social y debemos mostrar como verdad
indiscutible e irrebatible que el desarrollo del capitalismo internacional nos
obliga a la urgente necesidad de construir un sistema social basado en la
realización y solución de las necesidades humanas.
En el funcionamiento se muestra las bases para el
cambio, al evidenciar que el capitalismo como sistema económico es retrogrado a
causa de las condiciones egoístas y negativas del reparto. Lo que termina de
mostrarse como sistema “corrompido” por lo tanto es la oposición al progreso
social. La acumulación de la riqueza en pocas manos impide crecer y avanzar al
proceso histórico de la humanidad, porque le quita las herramientas para crear
las bases del futuro, utilizando el esfuerzo humano de miles de millones de
trabajadores para derrocharlos en gastos intrascendentes y carentes de valor
social. Lo peor de este drama se manifiesta en su debilidad social. Esta
debilidad social lo obliga a crear los instrumentos para la dominación, para la
guerra, para perpetuarse y con esto lleva el germen de la destrucción de toda
la especie humana.
Para llevar este estudio a un final correcto, me
incumbe aclarar ciertos puntos que son fundamentales.
1.- El capitalismo como sistema social de producción
de bienes no se dirige a la producción de la riqueza como fundamento de su
poder.
2.- Esta realización es contraria a la retórica de
los que abogan por el “mercado libre”, tampoco es un sistema de producción cuyo
objetivo es la satisfacción de los deseos y necesidades del consumidor.
3.- El capitalismo no está en la sociedad para
resolver los problemas de la humanidad.
4.- El rol de dirección política asignado por la
Revolución Francesa a la clase burguesa en 1789 fue un hecho histórico para
liberar a la sociedad del yugo sostenido por el antiguo régimen.
5.- Posteriormente ante la ausencia de un gobierno
que tuviera la capacidad de poder y la visión de progreso social para superar
los problemas nacionales, delegó el poder en la Dictadura.
6.- Como consecuencia la burguesía asumió el poder
político y económico de la sociedad para su beneficio, en detrimento de las
otras clases a las cuales debía liberar en el marco de la historia.
7.- Para sostener ese nuevo poder se obligó a crear
nuevos y más modernos grupos de represión interna y ejércitos conquistadores
externos.
A partir de estas premisas, el modo de producción
capitalista se desarrolló en forma privada para servir a la burguesía en
función de la acumulación de los beneficios, a través de la expansión infinita
del valor, cuya fuente principal es la fuerza de trabajo de la clase obrera en
cualquier lugar de la tierra.
Todos los sistemas estructurados en la división de
clases se desarrollan en la extracción de plusvalía a la clase de productores
directos (obreros), para beneficio de los dueños de los medios de producción.
Sin embargo las sociedades clasistas tienen diferencias en sus estructuras,
diferencias que están expresadas por los mecanismos sociales de donde se extrae
la plusvalía.
LA ACUMULACION DE LA RIQUEZA
En las estructuras anteriores a las sociedades
clasistas, como la esclavitud y el feudalismo, la extracción de la plusvalía
ocurría por medio de la aplicación de la fuerza política. Bajo el capitalismo
la plusvalía toma lugar a través de un sistema de relaciones sociales basadas
en el mercado libre, alcanzando su etapa más elevada en el sistema de salarios.
Bajo el capitalismo la mano de obra sobrante asume la forma de plusvalía, cuya
fuente es la diferencia entre el valor de la mercancía que el trabajador le
vende al capitalista en el contrato de salarios, o sea su fuerza de trabajo o
capacidad para trabajar y el valor que el uso de esta fuerza de trabajo crea
durante el proceso de producción.
El valor de la fuerza de trabajo y el valor que el
obrero le añade durante el proceso de producción realizado durante la jornada
laboral son dos magnitudes totalmente diferentes. Esta diferencia es la fuente
de la plusvalía la cual aparece en la superficie de la sociedad como
beneficios, interés y renta. Es una contradicción profunda que distingue la
extracción de la plusvalía para impulsar el desarrollo de las fuerzas
productivas dentro de la economía capitalista.
De todos modos la única fuente real y verdadera de
los beneficios es la plusvalía extraída a la mano de obra activa de la clase
obrera. Así como en la tasa de ganancias, la velocidad con la que el capital se
expande, se calcula según la suma total del capital utilizado durante el
proceso de producción. Este capital se divide en dos partes: En capital
variable para comprar la fuerza de trabajo, (los salarios) que es la fuente de
la plusvalía. En capital constante o capital fijo para comprar las materias
primas y la maquinaria. Este capital fijo conserva el valor durante el proceso
de producción y se amortiza a través del tiempo. En este terreno de variaciones
la acumulación del capital se define por la tendencia que el capital fijo
tiende a aumentar en relación directa al capital variable, expresando la
productividad creciente de la mano de obra, porque la tasa de beneficios tiene
la tendencia a declinar, a caerse con el transcurso del tiempo. Por lo tanto,
la tasa de beneficios, o sea, la proporción de la plusvalía relativa con
relación a la suma total del capital, tiende a declinar, se evapora. Esto
ocurre porque, El capitalista despilfarra parte del capital en obscenidades que
son ajenas a las necesidades humanas.
Esta es la válvula de escape por donde la tasa de
beneficios tiende a declinar, y se considera como la ley de mayor importancia
de la economía política capitalista, sobretodo desde el punto de vista
histórico. Esto no se debe tomar, en el sentido de pensar a esta ley económica
como indicadora de la caída del sistema capitalista el cual un día se va a
congelar y ese congelamiento pueda producirse a medida que la tasa de
beneficios se acerque a cero, como han asegurado erróneamente todos los
teóricos de las reformas políticas esperando pasivamente que los capitalistas
se arruinen, del mismo modo que se arruina cuando un empresario cae en
desgracia.
Todo lo contrario, esta ley demuestra los cambios
revolucionarios permanentes en las fuerzas productivas y el modo como surge de
manera inevitable a causa de las contradicciones internas de la economía
capitalista.
El capital en toda su expansión, de conjunto o por
separado, por etapas o al mismo tiempo, sí queremos una mejor interpretación
para la comprensión objetiva, podemos ver que los nuevos economistas del
capitalismo en esta etapa de la historia buscan desesperados y por todos los
medios a su disposición, la forma de vencer la tendencia de la tasa de
beneficios que tiene la concepción de dejarse caer en sentido inverso.
Para lograrlo desarrollan métodos nuevos de
producción basados en la nueva tecnología por donde les permite extraerle mayor
plusvalía a la clase obrera. Sin embargo, el desarrollo y la aplicación de
métodos iguales pueden crear ciertas condiciones amorfas. Este fenómeno se
produce invariablemente donde la tasa de beneficios permanece estacionaria.
También ocurre donde todavía puede expandirse, pero, de modo inevitable la
misma acumulación del capital apropiado induce a una caída de la tasa de beneficios.
Este fenómeno no deseado por el propietario obliga nuevamente al capital y a
los mercadistas con sus tecnócratas a cuestas, a revolucionar las fuerzas
productivas tratando de contrarrestar ese efecto negativo que los persigue como
una maldición.
FIN DE LA EXPANSION POST
SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Apoyado en estas consideraciones teóricas vemos la
última fase del desarrollo capitalista relacionado con la globalización de la
producción y el principio del caos político, económico y social que estamos
viviendo.
La globalización tiene su origen a causa de la caída
de las tasas de ganancias que se produce a principios de los años de 1970. Por
25 años luego de la Segunda Guerra Mundial, el sistema capitalista tuvo el
privilegio de gozar un período de expansión sin precedente. Muchos factores
contribuyeron a esa expansión: Entre ellos, Los pactos políticos y económicos
después de la guerra que EE.UU. inició bajo el Plan Marshall. La adopción de
una política basada en las teorías de John Maynard Keynes. Este economista ingles abogaba a favor de los gobiernos
capitalistas a intervenir directamente en la estimulación de la economía y en
medidas para dar concesiones de bienestar social a la clase obrera, concedidas
por el terror a un retorno de las condiciones económicas de 1930 y provocara
grandes levantamientos sociales y luchas revolucionarias en los países
capitalistas principales.
De esta manera, el período posterior a la guerra se
apoyó en la expansión de acumulación de la plusvalía por toda la economía
capitalista. Esta expansión fue posible cuando se desarrolló y popularizó la
cadena de montaje en el resto de los países capitalistas avanzados. Este método
de producción se inició en los EE.UU. durante 1920 y 1930. La maquinaría
Industrial desarrollada durante la Segunda Guerra Mundial y la expansión
posterior produjo la acumulación de capital que los métodos de producción le
facilitaron.
Sin embargo este crecimiento acelerado y sin control
apropiado los condujo rápidamente a la caída de la tasa promedio de beneficios
a causa de la masa de plusvalía alcanzada en su momento de mayor realce, pero,
no había sido lo suficiente y amplia para seguir expandiendo el capital a la
misma velocidad del inicio de la expansión. Fue tan grande y tan rápido el
crecimiento de la masa de ganancia que, no tuvieron la previsión de calcular
las necesidades de capital del próximo período.
Las estadísticas que surgieron acerca de las
ganancias para la economía de EE.UU. Muestran el proceso con mucha claridad. En
1946, la tasa de beneficios era aproximadamente 22%. En 1966 todavía era 21%,
pero de ahí en adelante la tasa de beneficios declinó bruscamente. Para el año
1974 había bajado al 12%. En el año 1980 era 10%. Es decir, de 1966 a 1974, la
tasa de beneficios declinó más o menos 45% luego de permanecer relativamente
constante por casi dos décadas. Las estadísticas de ganancias en las otras
economías capitalistas principales muestran un proceso idéntico. La caída en la
tasa promedio de beneficios anunció su llegada con la recesión internacional de
1974/75, que fue la baja económica más severa desde la Gran Depresión, ocurrida
cuarenta años antes. Lo que anunció la llegada de una nueva época fueron las
condiciones económicas, que no retornaron al nivel anterior a 1950 y 1960. El
fracaso de la tasa promedio de beneficios se reflejó al pronunciarse en las
estadísticas mostrando muy bajo crecimiento, porque la economía por sus propios
medios se negó a regresar a niveles previos y la llamada “estagflación”, creada
como nuevo nominador para medir la combinación de las altas tasas de desempleo
con altos niveles de inflación, no mostraba signos de recuperación, por el
contrario se profundizaba.
Los años de 1970 fueron una década de remolinos
económicos y políticos, desde los eventos de mayo-junio de 1968, en Francia, a
la expulsión del gobierno Tory en la Gran Bretaña a causa de la huelga de los
mineros, y a los levantamientos revolucionarios en Portugal durante 1974 y
1975. Gracias a la colaboración de los partidos estalinistas y los reformistas
socialdemócratas, la burguesía pudo controlar la situación. (Estas
organizaciones traicionaron a la clase obrera) En los tan mentados países en
desarrollo, las luchas obreras fueron aplastadas gracias a la colaboración de
gobiernos y partidos burgueses locales. Contaban con el asesoramiento de la
CIA, a través de las embajadas y cuerpos de ayuda a los pueblos del tercer
mundo, esa vanguardia fue reprimida hasta la desaparición y la extinción de los
cuadros revolucionarios. Luego de estabilizar la situación en las “colonias”,
la burguesía de los países centrales, emprendió una ofensiva contra la clase
obrera en todos los frentes.
Esta ofensiva contrarrevolucionaria se puede asociar
a través de los gobiernos de Thatcher y de Reagan. Del punto de vista económico
el evento más significativo fue la capacidad de Paul Volcker, para tomar el
poder como presidente del Banco de Reservas de Los Estados Unidos en el año
1979 y la aplicación del programa de tasas de interés altas durante el año
1980. Esto fue un dictamen aplicado por el capital financiero, estableciendo
nuevas medidas para aumentar la extracción de la plusvalía producida por la
clase obrera. Bajo la recesión que el régimen de Volcker produjo, basado en
altas tasas de interés, industrias enteras cerraron sus puertas y el capital
industrial fue forzado a comenzar una vasta reorganización de la producción,
que lo obligó a crear mecanismos ficticios utilizando la tecnología, para
justificar su existencia y seguir creciendo.
LA BURGUESIA SE PONE EN MARCHA
Es sumamente ilustrativo el comportamiento de la
burguesía en uno y en otro extremo de la cadena de explotación. En la
metrópolis castiga al proletariado con la desocupación, obligando a los
industriales a cerrar las empresas, por medio de la aplicación de correctivos
económicos contra los empresarios que no supieron mantener el control sobre sus
empleados. Estos correctivos son ocasionados por medio del alza de impuestos y
la tasa de interés que a su vez lo obliga a buscar nuevos mecanismos de
explotación.
En cambio en las colonias incentiva e impulsa a la
burguesía nativa a masacrar a su propia clase obrera. (El papel de Kissinger en
la región fue muy ilustrativo y demasiado tenebroso) Es indicativo que la
burguesía está aprendiendo como aplicar esa metodología destructiva en las
metrópolis para cuando llegue el momento del ajuste final de cuentas.
Como consecuencia de los movimientos políticos y
económicos ocurridos durante este período histórico y las presiones ejercidas
desde el poder público, en ese momento comienza la producción “globalizada” y
el desarrollo de una serie continua de transformaciones en la producción
basadas en la tecnología de las computadoras y en la robótica. Enfrentándose a
tasas de ganancias decrecientes, que ha puesto en situación de pánico al mundo
empresario. Por supuesto que el capital ha reaccionado con afán impetuoso para
aumentar la productividad de la mano de obra y expandir la apropiación de la
plusvalía que la clase obrera produce.
La burguesía lucha por introducir tecnologías
tendientes a la reducción de los gastos, pero además de todo el esfuerzo
realizado en las metrópolis, los capitalistas avanzaron decididos para sacarle
ventaja a la mano de obra barata en otras regiones del mundo. De este modo el
liberalismo capitalista provocó la ruptura de la antigua unificación de
procesos de producción que anteriormente funcionaban en conjunto dentro del
mundo capitalista.
DOS TENDENCIAS
En el análisis sobre la tendencia de la tasa de
beneficios tendiente a declinar, existen dos tendencias principales. “Una es,
si la tasa de beneficios decrece el capital ejerce presión para que los
capitalistas, con el perfeccionamiento de los métodos de producción, liberen el
precio de las mercancías por debajo del valor corriente, entonces al venderlas
al precio del mercado, logren beneficios adicionales. La otra surge a través de
la estafa y creación de beneficios cuando se recurre a especulaciones
frenéticas con nuevos métodos de producción, nuevas inversiones de capital,
nuevas aventuras, un invento para asegurar ese pequeño beneficio adicional que
es independiente de la pérdida general y le sobrepasa en su capacidad.”
El desarrollo de la producción internacional y la
introducción de tecnologías basadas en la ciencia de las computadoras, ha revolucionado
los procesos de producción durante las últimas dos décadas. Significa que el
capital trata de seguir el primer rumbo indicado. Entonces cada rama y sector
del capitalismo, de manera particular trata de incrementar su porción de
plusvalía disponible, esa parte que le extrae a la clase obrera. Esta maniobra
la hace desarrollando nuevos métodos de producción que reducen sus costos por
debajo de la avería y pérdida social.
Pero el crecimiento que ha obtenido en la
productividad de la mano de obra ha fracasado en los proyectos de establecer
bases para una nueva era de expansión, que se identifique con el nivel
alcanzado en los años 1950 y 1960. En Los Estados Unidos, por ejemplo, a pesar
de la reducción general de los salarios reales y los trastornos que han
ocurrido en todos los rincones de la industria, la tasa de beneficios sólo ha
podido recuperar un tercio de su baja previa y sin embargo todavía sigue 35% a
45% por debajo del apogeo máximo, ocurrido con posterioridad a los eventos de
la Segunda Guerra Mundial.
DONDE ESTA EL MISTERIO
El problema que aparece y le ha quitado la
tranquilidad a todos los empresarios del mundo capitalista es así:
Pegunta 1°: ¿Es posible, que el capitalismo
establezca un nuevo período de beneficios, empleos y salarios expansivos, si
las innovaciones tecnológicas actúan y crecen ampliamente?
Pregunta 2°: ¿O existen contradicciones internas en
el proceso de acumulación de la plusvalía que, por su característica los
niveles de vida declinantes expresan una aberración temporaria, o es una
característica permanente de la economía capitalista al comenzar el Siglo XXI?
Para contestar esas dos preguntas necesitamos
penetrar dentro el proceso de la acumulación de la plusvalía mucho más
profundamente y con cuidado.
Por ejemplo: Cuando la productividad de la mano de
obra aumenta, aumenta la riqueza que se produce. Esta es una verdad que nadie
puede negar, ni siquiera el economista más obtuso. Sin embargo para el
capitalismo, el significado de la tecnología está reflejado en el impacto que
la técnica tiene sobre la extracción de la plusvalía. Hemos visto que la
plusvalía se origina en la diferencia que existe entre el valor de la fuerza de
trabajo que el obrero le vende al capital en el contrato salarial y el valor
que esta fuerza de trabajo le agrega durante la jornada diaria.
De acuerdo con este procedimiento, la jornada diaria
también se divide en dos: Entre el tiempo que le toma al trabajador reproducir
el valor de su fuerza de trabajo y el tiempo que le rinde al capitalista la mano
de obra sobrante. El impacto de la tecnología sobre la acumulación de la mano
de obra sobrante depende del modo cómo la tecnología afecta la división de la
jornada diaria entre la mano de obra necesaria y la mano de obra que sobra.
Suponiendo que durante una jornada diaria de ocho
horas, el obrero tarda en reproducir el valor de su fuerza de trabajo en cuatro
horas, significa entonces que le entrega al capitalista las cuatro horas que le
sobran. Luego, suponiendo que gracias a la innovación de la tecnología (en la
sociedad en general), el tiempo que le toma al obrero reproducir el valor de su
fuerza de trabajo se reduce de cuatro horas de trabajo a solamente dos horas de
trabajo. Por lo tanto en una jornada de ocho horas, se amplía a seis horas de
mano de obra el sobrante de producción, lo cual representa, para el empleador
un aumento del 50% de la plusvalía.
Siguiendo en el camino de las suposiciones, la
productividad de la mano de obra se vuelve a duplicar reduciendo de dos horas,
a una hora, la recuperación de la fuerza de trabajo del operario. Entonces la
mano de obra sobrante aumentará de seis a siete horas. Comparando el aumento
anterior que fue del 50%, el nuevo aumento es solamente de 16%. Podemos
observar a la luz de estas comparaciones lo que ocurre cada vez que la
productividad de la mano de obra se duplica. Vemos que hay un aumento
proporcional y porcentual cada vez menor en la plusvalía extraída al operador.
Observemos esta cuestión más de cerca para lograr
entenderla. Mientras más y mejor se desarrolle la tecnología, la productividad
de la mano de obra será menor. En este plano la productividad es inversamente
proporcional a las fuerzas que intervienen. Es decir, mientras más se reduzca
la mano de obra necesaria (que ha tomado lugar a lo largo de toda la historia
del capitalismo), más difícil se hace a las nuevas tecnologías aumentar la tasa
de plusvalía lo suficiente para restaurar la tasa general de beneficios y
asegurar la expansión general del capital. No importa lo productiva que sean
las máquinas, no importa cuanto y más rápido alcancen a producir. El
capitalismo agota sus posibilidades a medida que va apropiándose de los
beneficios. Esta es una ley del sistema
de producción que le dio origen al capitalismo como forma de explotación
social. En estos términos no se puede modificar.
LAS LEYES DEL REPARTO
Bajo la presión de la competencia, cada compañía
capitalista, puede tratar de mantener o aumentar sus beneficios particulares
por medio de la introducción de tecnologías que reduzcan sus costos. ¿Pero cuál
es el efecto de este proceso sobre la acumulación de la masa general de la
plusvalía? Nuevos métodos de producción reducen los costos por medio de la
eliminación de sectores enteros de mano de obra. Pero la mano de obra es la
única fuente de la plusvalía y de los mismos beneficios.
Como consecuencia, el desarrollo de estos métodos
tiende a reducir la masa de la plusvalía dentro de la economía capitalista
general. Por otra parte a esta tendencia le contrarresta, hasta cierto punto,
el aumento de la plusvalía que se le extrae a la mano de obra que queda
empleada. Sin embargo, como la mano de obra necesaria ha quedado reducida a una
pequeña fracción de la jornada diaria que, es el resultado de todo el
desarrollo tecnológico anterior, no puede, aunque quisiera, aumentar su volumen
lo suficiente para asegurar la expansión general de la masa de la plusvalía.
Esa es la razón por la cual las tecnologías nuevas
ya no producen la expansión de la masa de la plusvalía como lo hacían en el
pasado. Las tecnologías producen en la actualidad el estancamiento y lo que es
peor aun, agudizan la caída de los beneficios, lo que conduce de modo
inevitable a incrementar la competencia, a incrementar la reducción de costos y
la eliminación de mano de obra a límites más feroces, todo el incremento de
estas medidas disminuyen la acumulación de la plusvalía general todavía más y
más.
Al desenmascarar las contradicciones del proceso de
acumulación capitalista por medio de la plusvalía, podemos ver y entonces
comprendemos las causa y las razones, por qué el capitalismo ha escogido el
segundo rumbo: “El esfuerzo por contrarrestar la caída en la tasa de beneficios
por medio de operaciones financieras que progresivamente se van divorciando del
propio proceso de producción y reducen aún más la tasa de beneficios.”
Las estadísticas comprueban este desarrollo de las
operaciones financieras y son increíbles. Por ejemplo, el volumen del comercio
hacia finales de 1990 (en gran parte consagrado al esfuerzo por adquirir
beneficios a través de cambios en la valorización de las monedas) fue
aproximadamente 1.5 trillones de dólares diarios, lo que representa un aumento
de 800% desde 1986. Por contraste, el volumen internacional de las
exportaciones para 1997 (contando servicios y mercancías) fue 6.6 trillones de
dólares, o sea, 25 billones diarios. Para mediados de 1990, la cantidad de
capital en Los EE.UU. que asumió la forma de fondos mutuos, fondos de pensiones
y otros tantos llegó a 30 trillones. O sea, 10 veces las cifras de 1980. Estas
operaciones han sido un verdadero proceso internacional. Las transacciones de
bonos y títulos (papeles solamente, nada de dinero) que han cruzado las
fronteras internacionales entre 1970 y 1996, cuando se miden como porcentaje
del Producto Bruto Interno, aumentaron por un factor de 54% para Los Estados
Unidos, de 55% para Japón y de 60% para Alemania.
LA LOCURA FINANCIERA
Una de las expresiones más dramáticas del proceso de
expansión, producidas por el esfuerzo de expandir el capital con manipulaciones
y transacciones puramente monetarias, (valores documentados) fue el surgimiento
de las bolsas de valores internacionales. A partir de la gestión Reagan-Tacher,
los países capitalistas se obligaron a poner en funcionamiento las bolsas de valores
en todo el mundo. Basta recordar en Argentina, la gestión económica de Martínez
de Hoz, quién recibió un adelanto de 9.000 millones de dólares para abrir la
“Timba” financiera local.
Al respecto de la locura financiera, el escritor
estadounidense Robert Schiller, en su libro más reciente, “La exuberancia
irracional”, detalla de la siguiente manera como el mercado estadounidense se
ha intensificado: “La Avería Industrial de Dow Jones estaba por los 3600 a
principios de 1994. Para 1999, había sobrepasado los 11,000, triplicándose en
cinco años, lo cual significó un aumento total de más de 200% en los precios de
la bolsa de valores. A comienzos del 2000, la Dow había pasado los 11,700. Sin
embargo, durante el mismo período, los índices económicos básicos ni siquiera
se acercaron a triplicarse. El ingreso personal y el Producto Interno Bruto de
Los Estados Unidos aumentaron menos de 30%; casi el 50% de este aumento resultó
de la inflación. Los beneficios de las corporaciones aumentaron menos de 60%,
lo cual provino de una base que había sido temporariamente deprimida por la
recesión”.
¿Qué pueden explicar estos desarrollos tan
extraordinarios? ¿Qué insinúan para el futuro desarrollo del capitalismo
internacional?
Normalmente se piensa que la función del mercado de
divisas en acciones es suministrar capital nuevo para invertir en la
producción. Esa tarea es parte de la función del mercado de valores, cpn esa
finalidad fueron creados los papeles accionarios en los orígenes del
capitalismo. En la actualidad esa no es la función principal. Es así cómo entre
1981 y 1987 en Los Estados Unidos las corporaciones no financieras retiraron
acciones por un valor de 813 billones de dólares. Se llevaron más dinero del
valor emitido, resultado de absorciones y operaciones de rescate. Realizaron
una estafa “legal” a través del artificio de la venta de papeles negociables y
de este modo se apoderaron de dinero ajeno, que no fue utilizado para la
producción.
El mercado de acciones en la bolsa de valores, en
tiempos actuales, tiene muy poca relación con la recaudación de nuevos
capitales para la industria y la producción. Se trata solo del comercio de
títulos de propiedad que, sube o que baja de valor conforme a la oferta y la
demanda, son, en última instancia, reclamaciones sobre los ingresos y
beneficios que se producirán a futuro. En términos reales, las acciones y los
bonos son capital ficticio; es decir, no es capital productivo que se relacione
de manera directa con la extracción de la plusvalía que la clase obrera produce
con su trabajo. Estos valores son los títulos de ingreso y de propiedad que los
tenedores reclaman sobre la plusvalía que se produce en otros sectores del
sistema capitalista.
El desarrollo del sistema de crédito y el
surgimiento del capital que se apoya en el mercado de acciones que ha tenido
tanto eco durante los últimos treinta años, luego de haber probado sus efectos
en el mundo empresarial, tiene una cualidad particular que los especialistas
del sistema capitalista consideran basura innecesaria y parasitaria que
crece sobre el cuerpo sano del capitalismo. El hecho es que el surgimiento de
varias maneras de capital ficticio se arraiga en el proceso de la acumulación
de la plusvalía y ha nacido como un embrión del desarrollo histórico del
sistema capitalista, que se encuentra angustiado por la necesidad de mantener
activa la ganancia. Y aún cuando es repudiado por muchos economistas y
tecnócratas, es inevitable por la dinámica que le dio vida al sistema.
El capital no es un objeto; es una relación social.
Es un fenómeno surgido de la naturaleza social humana. un valor que se
expande por su propia energía, y a través de varias etapas adquiere la forma de
dinero, para circular desde los medios de producción de mercancías hasta el
intercambio y otra vez de dinero para resumir el ciclo de expansión de valor.
En este proceso eterno de acumulación, el
capitalismo como fuerza social, se vio obligado a vencer todos los obstáculos.
Durante la infancia de su historia, chocó contra las barreras que la riqueza y los
ingresos personales de los estados le imponían a la acumulación de las
mercancías. Para romper las restricciones de las empresas familiares o de las
sociedades en comandita, el capitalismo requería acceso a los recursos de la
sociedad en general. El desarrollo del crédito y de las compañías por acciones
fue el medio a través del cual logró este objetivo. Pero en el tiempo estos
medios se convirtieron en su contrario. En este proceso económico del mismo
modo a todos los procesos de la naturaleza, la aplicación de tesis, antitesis y
síntesis, han sido siempre el método para encontrar la respuesta a través del
materialismo dialéctico.
A medida que la producción capitalista se expandía
en todos los sentidos el capital productivo adquiría mayor concentración. Las
inversiones que se realizaron en el capital fijo (las tecnologías, los
edificios, la maquinaria pesada, los vastos procesos químicos y los procesos de
refinamiento) sólo pueden desempeñar funciones como medios de producción para
extraer la plusvalía de la clase obrera por un largo período.
Esto significa inevitablemente que, el proceso de
producción requiere capital para poder permanecer de esta forma durante un
largo período. A su vez el capital también necesita la capacidad para moverse
libremente de una zona de la economía a otra zona, para poder aprovecharse de
las oportunidades que se presentaban en la lucha permanente por la apropiación
de la plusvalía.
Esta contradicción existente y que aparecía como
medida insalvable, entre los requisitos de la producción capitalista para
inversiones a largo plazo por una parte y por la necesidad del capital para
moverse rápido en el otro extremo, se resolvió con la aparición y expansión de
las acciones. A partir de ese momento el capital se abastecía a través de la
emisión de acciones que entraban en el proceso de producción. La existencia de
la mercadería de acciones facilitó que los accionistas, inclusive aquellos que
pudieron haber contribuido al capital inicial, movieran su capital a otras
zonas cuando vendían las acciones, sin liquidar realmente el capital productivo
invertido. Por lo tanto, el desarrollo de la compañía por acciones y las
mercaderías de acciones fueron los medios históricos a través de los cuales el
capital resolvió la contradicción primaria entre la necesidad de tener a mano
grandes cantidades de capital fijo y la necesidad de moverlo hacía otros
campos.
El capital ficticio aparece como una aparente
solución y un medio para resolver la contradicción emergida durante el proceso
de la acumulación de la plusvalía. A la vez esta contradicción también se
convierte en fuente de una nueva contradicción. Este proceso se parece a la
mentira, que aparece para tapar otra mentira. La aparición de un mercado que
consiste en títulos de propiedad, que a su vez son reclamaciones efectuadas por
el “tenedor” sobre la plusvalía, hace posible que el capital pueda expandir su
valor a través del comercio dentro de este mercado de valores.
Cuando introdujeron este mecanismo y se produjo este
fenómeno por primera vez, creó resultados tan poderosos que, ese prospecto se
volvió más y más atractivo con cada reiteración, aunque en realidad más que
atractivo se hizo necesario cada vez que el capital productivo le imponía
restricciones a la acumulación de la plusvalía. Entonces ocurrió que bajo
condiciones donde la tasa de beneficios declinaba o se estancaba, el capital,
para expandirse de nuevo, llegó a depender de especulaciones aventureras. Se
transformó en la droga de los economistas. Con la globalización se alcanzó el pico
más elevado y en este nivel de desarrollo de la necesidad del capitalismo para
sostener y aumentar la tasa de ganancia por la plusvalía incrementará con más
exigencia el cumplimiento de obligaciones contraídas por países capitalistas
deudores al sistema financiero internacional.
He ahí el origen del fantástico aumento en los
valores del mercado de acciones que se ha visto desde el principio de 1980, en
un proceso acelerado durante dos décadas y hemos visto el enorme
aumento en el mercado de acciones relativas a la economía en general.
EL REGRESO DE LOS ALQUIMISTAS
MODERNOS
En la religión cristiana, según los clérigos, el
alma abandona el cuerpo y asciende al cielo. En el caso que tratamos, los sumos
sacerdotes del mercado predican una doctrina similar. Sostienen que el dinero
puede separarse a si mismo del proceso de producción y pueden ingresar en una
gloria celestial financiera donde el dinero eternamente engendra dinero y más
dinero.
Los alquimistas del mundo antiguo y del mundo
medieval se caracterizaron por su capacidad de transformar el metal en oro. La
capacidad de transmutación de los objetos era la virtud de estos científicos,
convertidos en semidioses a los ojos del vulgo popular y perseguido hasta la
extinción por el poder terrenal y la iglesia. Ahora bien, observando lo que
ocurre en las esferas de la economía moderna, es posible que en tiempos
actuales, cuando los tribunales de la santa inquisición han desaparecido
devorados por la razón y los Estados modernos inducidos por hombres y mujeres
del mundo empresario, fueron convencidos por los nuevos alquimistas de un
fenómeno aplicable a nuestros días, ¿Que el capital puede realizar su sueño de
convertir el dinero en más dinero indefinidamente? Habrá sido esta la
propuesta.
Pero a su vez, tengo el atrevimiento de pensar que,
tal vez, solo tal vez, por supuesto
¿Este proceso tiene restricciones internas
que lo inhiben?
Es en este momento luego de analizar todas las
proyecciones donde encuentro que, aún cuando los valores de las acciones pueden
seguir aumentando, mucho más que el capital productivo hasta empequeñecer su
capacidad, el capital ficticio, que surge de las “acciones” no puede escapar a
sus orígenes. Surge de inmediato su contrario. En algún punto del recorrido
tiene que enfrentarse con el resultado innegable de todo cuanto a creado es
simplemente un reclamo sobre la plusvalía y que esta plusvalía, en realidad,
todavía tiene que extraérsela a la clase obrera. No hay otra manera de explicar
el lugar de donde aparece la capitalización.
Aprovechando la oportunidad que nos brindaron,
cuando fuimos invitados a un congreso de trabajadores en 2002, organizado por
la CLIO norteamericana hicimos una entrevista a un grupo de economistas
destacados, a quienes tomamos de improviso en una visita guiada, al centro de
convenciones de economía política en la ciudad de Columbia, EE.UU. Nos
encontramos con una explicación que, en ese momento nos dejó perplejos: Según
estos defensores de la “nueva economía”, los valores que arroja el mercado de
acciones no son para nada “irracionales”, solamente son una mera anticipación
del aumento en la productividad y los beneficios ocasionados por las nuevas
tecnologías, sobretodo aquéllas tecnologías relacionadas con las redes de la
Internet y que gracias a las tecnologías modernas los empresarios podían
reclamar las ganancias futuras.
No cabe duda que las nuevas tecnologías está
produciendo, y no cabe duda que seguirán produciendo en el futuro y en ese
futuro que imaginan, producirán grandes incrementos en la productividad de la
mano de obra. Pero, como ya hemos visto, a través de la experiencia realizada
en los últimos treinta años, que esos incrementos no proveerán ninguna salida
positiva, porque el valor que surge de la plusvalía se restringe en cada
período histórico. Entonces como consecuencia de este proceso ficticio la
estructura del capital internacional adquiere la forma de pirámide invertida a
medida que la masa del capital ficticio que reclama su porción de plusvalía crece
a pasos agigantados, en relación al capital productivo que, a fin y al cabo
tiene que satisfacer en algún momento del proceso de producción.
Voy a citarles varias estadísticas que ilustran este
fenómeno. A principios de 1999, el valor del mercado capitalizado de American
Online, con 10,000 empleados, era de 66.4 billones. Sin embargo, el valor de
mercado de General Motors, con más de 600.000 trabajadores, era de 52.4
billones. Los dos sectores reclamaban una porción de la plusvalía de acuerdo a
su valor de mercado capitalizado. Viendo con una mirada objetiva el reclamo que
hacen estas dos empresas, aparece que la contribución de America Online a la
acumulación general de la plusvalía disponible (se refiere al capital en
general) con 10.000 trabajadores a cargo, es mucho menor que la contribución al
capital general, de General Motors, que tiene 600.000 trabajadores a su cargo.
Como ejemplo de semejante brecha, tenemos que aun cuando todos los trabajadores
de American Online trabajaran las 24 horas del día y no se les pagara nada, ni
un centavo, esos 10.000 empleados no alcanzarían a contribuir con la misma
cantidad de plusvalía que se les extrae a los obreros de General Motors.
En el caso de Yahoo! La contradicción entre las
reclamaciones que el capital le hace a la plusvalía, por una parte, y la
verdadera extracción realizada por otra parte es aún más destructiva. Yahoo!,
con solo 673 empleados a su cargo, tenía un valor de mercado capitalizado de
33.9 billones. Esta estructura tipo pirámide del capital internacional es la
fuente de su extrema inestabilidad. Cientos de billones de dólares de capital,
buscando su tasa de rendimiento, corren insaciables por los salones de los
mercados mundiales buscando de modo incesante la tasa de beneficios.
Cuando los precios de títulos de propiedad,
acciones, bonos, bienes raíces, y de cualquier otro tipo aumentan, el capital
“llueve” buscando beneficios comprando barato y vendiendo caro. Todos salen con
sus beneficios. Pero cuando el mercado se tambalea y aparece que los valores
del capital han sido inflados artificialmente para incentivar una venta, corren
como estampida y destruyen los valores del capital de la noche a la mañana no
solo del capital ficticio sino también del capital productivo.
Luego de la crisis económica asiática de 1997 y
1998, los responsables, para decir de alguna manera, que “alguien” produjo un
movimiento de capitales, trataron de sugerir que ésta crisis había ocurrido,
por causa y producto de las condiciones particulares de la región. Pero la verdad
fue que el colapso oriental donde se perdieron millones de empleos y los bancos
y las corporaciones de pronto se vieron con billones de dólares que no podían
pagar de ninguna manera, la realidad acudió rápidamente y les demostró que las
“condiciones asiáticas” no tenían ingerencia en la crisis como habían sugerido
los economistas. En la realidad la crisis representó el estado del mercado
capitalista y el modo como funciona en términos generales a través de la oferta
y la demanda.
Los inversores de Asia y otros mercados del mundo,
vertieron enormes cantidades de capital sobre los Estados Unidos, de este modo
intensificaron el valor del mercado de acciones y crearon las condiciones para
un desastre aún mayor: Los fondos para pensiones, las cuentas de ahorro y las
inversiones de millones de personas corren el peligro de evaporarse de la noche
a la mañana a medida que los valores inflados del mercado caen. La experiencia
realizada por los mercados de Argentina, cuando Cavallo inventó el “corralito”,
fue un efecto fulminante del reclamo que hicieron al mercado los inversionistas
de la era menemista.
Cierto escritor recientemente notó que la pesadilla
de los escritores de ciencia-ficción de una humanidad controlada por robots y
máquinas, se está convirtiendo en realidad, pero ese dominio de las máquinas se
está produciendo por el sistema de capital financiero a través de las
computadoras y de la Internet. Los mercados financieros han asumido la forma
del capitalista colectivo, de capital generalizado: Autómata cibernético que
domina a los seres humanos en todos los rincones de la tierra, cuyo afán sin
freno por acumular la última gota de plusvalía subordina todas las condiciones
de vida a la propia destrucción. Sin embargo las raíces de este dominio no es
la tecnología, es simplemente el sistema de relaciones sociales basadas en la
auto expansión del valor. La crisis que se enfrenta la humanidad es la crisis
de la tecnología y las mismas fuerzas productivas que proveen las bases
materiales necesarias para la emancipación humana, que, por primera vez en la
historia de la humanidad, hace que la posibilidad de una verdadera libertad
humana deje de ser un sueño utópico y se conviertan en realidad, porque están
subordinadas a un sistema de producción cuya lógica objetiva necesita y
requiere la pauperización de los obreros que producen la riqueza.
Consideremos por un momento el carácter de este
mercado mundial, de este enorme movimiento de finanzas que obliga el cierre de
una fábrica aquí y otras en cualquier hemisferio, donde su mecanismo lo pondere
necesario para realizar la gran destrucción de empleos en esas zonas;
decretando en medio de los adelantos productivos mayores de la historia de la
humanidad, que no hay suficiente dinero para la salud y la educación; que exige
que se reduzcan los servicios sociales en este o aquel país y se hagan “ajustes
estructurales” en otro. A pesar de lo que sus representantes digan, el mercado
de divisas y acciones de capital no es producto de Dios, ni un regalo de la
naturaleza. Es la expresión enajenada de los poderes productivos sociales de la
humanidad.
LA PERSPECTIVA SOCIALISTA
¿Cómo vamos despojarnos de esta enajenación? Para
resolver este dilema se necesitan dos acciones prácticas. “Primero debe ser una
acción intolerable, que desate una fuerza contra la cual los hombres se rebelen
totalmente, tiene que haber dejado a la gran masa de la humanidad sin ninguna
propiedad. A la vez el capitalismo tiene que haber producido un mundo de
riqueza y cultura. Estas dos condiciones suponen un aumento de la capacidad
productiva y un alto grado de desarrollo”.
Respecto de estas premisas a esta altura de los
hechos históricos no existen dudas sobre todo lo que implica el desarrollo de
la tecnología que, estas condiciones ya se han cumplido en la mayoría de los
países desarrollados y se aproximan a pasos agigantados, hacía el resto de los
países emergentes. La globalización de la producción es resultado de la
necesidad de hacer crecer el producto elaborado por la clase obrera de cientos
de millones de trabajadores, en regiones del mundo donde la industria apenas
existía hace varias décadas atrás y que en la actualidad es una realidad. Por
otra parte, en los países capitalistas avanzados, sectores enteros de la
población existente, que con anterioridad a este fenómeno, se consideraban
dentro de la clase media fueron convertidos en proletarios y algunos sectores
indefinidos en desclasados.
Las luchas de los trabajadores por todo el mundo,
están asumiendo formas diferentes y han sido objetivamente unificadas en la
lucha por el hecho que nacen de operaciones elaboradas por medio del mercado
mundial dominante de todas las economías nacionales, pero también es el
resultado de las exigencias de los bancos y de las corporaciones
transnacionales, para cumplir con los tenedores de acciones.
La cuestión candente del momento actual tiene que
ver con el programa y la perspectiva que tienen y que deben construir para
organizarse los grandes centros de hombres y mujeres en todo el planeta y
llevar a cabo en la lucha contra el capitalismo mundial un nuevo proyecto para
cambiar el orden social, político y económico. En palabras sencillas realizar
la revolución social.
Durante los últimos años se han visto toda clase de
protestas, de igual modo en la actualidad las manifestaciones de todos los
sectores expropiados de la sociedad, en todo el planeta se alzaron contra la
Organización del Comercio Mundial (OCM), y contra el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Banco Mundial. En estos días en Europa, Medio Oriente,
Egipto, Suramérica están en plena movilización protestando contra sus gobiernos
en reclamo de derechos sociales y mayor participación en los asuntos
democráticos.
Con la aparición de esta oposición internacional los
círculos gobernantes han oído la campana del peligro. No obstante esta
situación de riesgo el aumento en los valores de las acciones y el triunfalismo
arrogante del mercado y sus mercadistas, hace que sus dirigentes, hagan la
vista gorda, los oídos sordos y las lenguas mudas, aún reconociendo que amplias
capas de los sectores populares agrupando personas de distintos extractos del
mundo no sólo están profundamente insatisfechas con el orden social dominante,
sino que también son hostiles hacia el sistema que ellos han elaborado. Por lo
tanto la perspectiva de los elementos que dominan a estos movimientos de
protesta, no importa cuanto difieran entre ellos, cuando se trata de aplicar
las tácticas, en general viendo el dominio del sistema económico mundial surge
como primera medida la restauración de la soberanía nacional. (Algunos sectores
opuestos que incluyen hasta las administraciones de algunos gobiernos de corte
nacionalista manifiestan que el FMI y otras instituciones del sistema
capitalista mundial deben ser “reformadas” o directamente “clausuradas”, también
hablan de una nueva organización social) Hablando de este tema tan candente
para el sentimiento de grupos nacionales el Profesor Chossudovsky señala que la
“única promesa del “mercado libre” es la devastación económica de los
pueblos". y al elaborar la propuesta desde el punto de vista de su
perspectiva, declara: “Debemos restaurar la verdad, debemos restablecer la
soberanía a nuestros países y a los pueblos de nuestros países”.
Sin embargo, aquí se manifiesta una gran diferencia
que, es fundamental para distinguir entre la oposición socialista al
capitalismo mundial, que lucha por la unificación de la clase obrera
internacional atravesando fronteras nacionales, y la oposición pequeño-burguesa
nacionalista a los efectos de la globalización, la cual exige que se restaure
el poder del estado-nación.
Esta perspectiva del estado-nación es esencialmente
reaccionaria en el sentido histórico más profundo y objetivo de la palabra.
¿Porque? Veamos. Durante cada etapa del desarrollo del capitalismo,
inevitablemente, han aparecido movimientos cuya reacción al cataclismo social
causado por la transformación revolucionaria de las fuerzas productivas, estas
fuerzas nacionales fueron de la idea de no modificar nada y a su vez, las de
exigir el regreso al pasado, que dejaran todo igual.
En ese aspecto vemos que, durante la primera etapa
del desarrollo del capitalismo industrial hubo los que condenaron la
destrucción de la economía campesina y la producción artesana pequeño-burguesa
que se presentaba retrograda y obsoleta. Durante la era de los monopolios y la
formación de carteles capitalistas gigantes hacia fines del siglo pasado,
surgieron movimientos que exigían la restauración de la producción dentro de
una escala de menor amplitud, similar a la época anterior que quedaba atrás.
Ahora en tiempos actuales como reacción a esta última etapa del desarrollo
capitalista, vemos estos grupos sociales exigiendo un retorno al capitalismo
regulado por cada nación. Este proyecto se basa en el programa keynesiano que
facilita la estimulación inmediata de los factores económicos locales y se
instaló después de la Segunda Guerra Mundial y tuvieron efectos positivos por
la acción del desarrollo de las reformas nacionales en los países donde las
burguesías nativas comenzaban a liberarse de las ataduras impuestas por
terratenientes. Sin embargo hay que tener bien claro haciendo hincapié en la
confusión elemental y fundamental en contra de aquellos que identifican la
“globalización” con el “capitalismo internacional”. Que, “Es necesario distinguir
entre el carácter más y más internacionalizado de la producción y el comercio
de mercancías que, por si solo, es un desarrollo progresista”.
En sentido contrario al que los adelantos de la
ciencia de computadoras y las telecomunicaciones, que han impulsado para
acelerar la acumulación de riquezas, todavía no elaboradas, y las consecuencias
socialmente destructivas que surgen, no de la globalización como tal, sino de
la continua subordinación de la vida económica a un sistema propulsado a la
búsqueda anárquica de los beneficios unido a una forma de organización política
nacional retrograda.
La cuestión de mayor importancia para los días
actuales, no se trata de, como hacer retroceder el desarrollo hacia una época
casi mística de vida económica nacional aislada del resto del mundo. En
realidad se trata sobre: "¿quién va a controlar la economía internacional?
¿Los intereses de que clase social determinaran como se utilizan estas
capacidades técnicas y culturales tan inmensas?”
Coloquemos por un instante el llamado a la
restauración de la soberanía nacional dentro de su contexto histórico y nos
encontramos que: El estado-nación fue creado por la burguesía a medida que
luchaba por desarrollar las fuerzas de la producción, para darle nueva forma al
mundo y satisfacer las necesidades del nuevo orden social que estaba
engendrando.
El sistema de naciones-estados visto hoy en los
tiempos actuales, "ha sido totalmente reconocido como reaccionario por el
desarrollo internacional de las fuerzas productivas." Por lo tanto, basar
una perspectiva política en la demanda de restaurar la soberanía nacional es lo
mismo que insistir, tal como hicieron varios movimientos opuestos al
capitalismo, que se mantuviera el orden feudal en tiempos de la revolución
burguesa.
La oposición socialista al capitalismo internacional
apunta hacia el tiempo futuro, no hacía el pasado, como hacen los movimientos de
protesta pequeño-burgueses. nosotros con mayor precisión apoyamos la perspectiva sobre el
proceso objetivo de la economía capitalista actual, porque preparan el camino
para un orden social superior y el adelanto de la civilización futura.
La burguesía a pesar del simbolismo retrogrado para
los tiempos modernos, siempre y en todas partes impulsó el desarrollo de la
producción capitalista para desarrollar la acumulación de los beneficios y la
intensificación de la explotación de clase. No obstante, es este mismo
desarrollo de las fuerzas productivas que, al incrementarse va destruyendo el
dominio de la burguesía y prepara las condiciones para su propio derrocamiento
y no puede impedir que se cumpla la previsión donde la burguesía es como el
brujo que “ya no puede controlar los poderes del otro mundo que ha conjurado
con sus hechizos”.
La globalización de la producción y de las finanzas
no sólo ha reafirmado a la clase obrera como sepulturera del capitalismo
mundial; también ha preparado las bases objetivas para una economía socialista
mundial planificada.
¿Qué otra cosa puede considerarse a la corporación
transnacional moderna, con su sistema de planificación compleja y mecanismos de
información y control, sino a la precursora de las formas de planificación y
producción socialistas que se desarrollan como embrión, dentro del útero del
capitalismo? Si hoy es posible organizar la producción y distribución de las
mercancías y los servicios a través de países y continentes enteros, entonces
es posible llevar a cabo la planificación socialista a nivel mundial.
Esta organización estará basada en la satisfacción
de necesidades humanas y las fuerzas productivas se librarían de la lógica
inexorable que la somete en tiempos actuales a la acumulación de la plusvalía,
entonces se obligarán a servir a la humanidad y facilitarán el progreso de modo
infinito, en lugar de ser usado como instrumento de opresión.
Es posible a través del desarrollo de los mercados
financieros internacionales y los sistemas de comunicación, proveer información
del último momento acerca de la actividad económica en cualquier rincón del
mundo, entonces es perfectamente posible desarrollar los medios de información
y de comunicación para que, por primera vez en la historia, los obreros
explotados participen en la planificación, la organización y el control de la
vida económica. Este es el objetivo por el cual los revolucionarios luchan;
objetivo que no proviene de esquemas de alguno que otro reformismo universal,
sino que son el resultado de los procesos que se presentan ante nuestra propia
visión.
Lamentablemente para desgracia del sistema
capitalismo y sus tecnócratas lo que ha logrado está muy lejos de alcanzar el
beneficio de los pueblos del mundo. Todas las contradicciones del capitalismo
que engendraron las luchas revolucionarias de la primera parte del siglo XX y
los conflictos sociales en la segunda mitad, han asumido formas mucho más
explosivas. Entonces la perspectiva histórica de una nueva revolución es la
única salida viable para salir del callejón que el capitalismo mundial ha
lanzado a la humanidad.
Virgilio Ángel Galeano
Secretario General
Agrupación
Democracia Sindical
Trabajadores de
Vigilancia Privada
de la República
Argentina
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