sábado, 1 de abril de 2017

LA GLOBALIZACION Y SUS EFECTOS


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PERSPECTIVA DE LA GLOBALIZACION
INTRODUCCIÓN AL MUNDO NUEVO

Por Virgilio Ángel Galeano
Buenos Aires, Julio de 2001
El Siglo XXI, desde su nacimiento, ha inducido al análisis de los últimos 100 años, y ha propuesto y exigido, la investigación y cuestionamiento del futuro desarrollo de la civilización. Girar las páginas del almanaque no es lo que ha ocasionado la curiosidad de esta indagación. Esta inquietud es producto de la influencia del sentimiento de la sociedad, que atraviesa por una transformación que sentará las bases de sucesos que influirán a generaciones enteras..

El último período; voy a referirme al más notorio al cual pueden recordar con mayor facilidad las últimas tres generaciones, han visto la asombrosa y mágica evolución del conocimiento científico y de las técnicas productivas. Entre ellas, para mencionar algunas: La fusión del átomo, la computación, la robótica, la tecnología genética y la difusión del sistema de comunicación que sólo eran un sueño hasta hace pocos años. Sin embargo, este extraordinario desarrollo del conocimiento científico y tecnológico de las fuerzas productivas, ofrece una gran contradicción con relación a otra característica de la época: La sensación abrumadora que, desde el punto de vista social, nada se puede lograr y que la sociedad marcha hacia atrás. Es importante hacerse a la idea que, el siglo XX, recibió al hombre en carretas y lo despidió viajando hacía las estrellas.

Con esta premisa, durante los últimos años, (desde 1975) los cambios producidos en el proceso de producción relacionado con la globalización de todos los aspectos de la vida económica, se van acelerando cada vez más, han barrido con todas las viejas certidumbres políticas y económicas. Los pueblos del mundo se encuentran atrapados en un torbellino de fuerzas que no controlan y que nadie puede controlar. Lo viejo y lo nuevo se mezclan con asombrosa facilidad zarandeando la vida de los pueblos en una coctelera. Cada día que transcurre se produce una nueva catástrofe: Invasión de países que son declarados “enemigos de la libertad”, y como consecuencia, hambre, guerras civiles, conflictos étnicos, levantamientos prerrevolucionarios, amenazas de guerra civil.

Por otra parte el cierre de las fábricas azota al mundo con incontables despidos de trabajadores, los ajustes económicos provocan achicamiento y crisis de los Estados gubernamentales y el personal de las corporaciones cae como moscas por otra parte la reducción de los servicios sociales amenaza la supervivencia de las personas. La frecuente amenaza de crisis económica, cuyos signos de advertencia se muestran a través de las tormentas financieras, está haciendo tambalear la economía capitalista mundial durante la última década y ya es un fenómeno sentido en todos los rincones del planeta.

CERTIDUMBRE DE LA HUMANIDAD

En los tiempos antiguos, los hombres consultaban a las estrellas para guiar sus caminos y el futuro, o buscaban respuestas en el mundo natural para averiguar si los dioses les sonreían. El hombre moderno no realiza esas prácticas, pero cada día millones de personas en todos los rincones de la tierra consultan las bolsas de valores. El Dow Jones, NASDAQ, MERVAL, NYSE EURONEXT, NUEVA YORK, PARÍS, AMSTERDAM, BRUSELAS Y LISBOA, BOLSA DE FRANCFORT y las que tienen significado para los dueños del capitalismo, buscando averiguar que futuro les guarda. ¡Cómo si una que otra cifra pudiera determinar el desarrollo socioeconómico!

Esta incertidumbre que ha evolucionado con el tiempo, no es nueva. La situación actual es resultado del desarrollo del sistema internacional capitalista desde sus inicios. A tal punto que La burguesía no puede existir sin revolucionar constantemente los instrumentos de producción y las relaciones de producción y todas las relaciones de la sociedad. La revolución constante de la producción, la disolución sin cesar de todas las condiciones sociales, la incertidumbre y la agitación distinguen a la época burguesa de todas las otras épocas anteriores. Todas las relaciones fijas o las relaciones que se han formado muy rápido desaparecen de un día para otro. Las nuevas relaciones quedan anticuadas antes de afirmarse. Todo lo sólido se disuelve en el aire, todo lo que es sagrado se profana y los hombres una vez por todas se ven obligados a enfrentarse con sobriedad a sus verdaderas condiciones de vida y a las relaciones con sus semejantes. Sin embargo los mentores del capitalismo son tan obtusos que se niegan a ver la realidad.

La revista Australian Financial Review publicó en la página editorial un artículo titulado “A decir verdad, nunca nos ha ido tan bien” (con el subtítulo de “Démosle gracias al libre mercado capitalista por nuestra prosperidad sin precedente”). Este artículo empieza diciendo “Las poblaciones de los países avanzados son hoy los pueblos más ricos y de mayor libertad que el mundo ha conocido. Gozamos de salud, longevidad, movilidad, seguridad, educación intelectual y comodidades a niveles que nunca se habían visto. Podemos decir con toda confianza que los problemas de prosperidad y libertad, que han sido tan centrales a la humanidad desde sus comienzos hasta el Siglo XX, han sido esencialmente resueltos.”

El artículo sostiene haber probado que el capitalismo superó al socialismo en aquello que precisamente, el socialismo se suponía superior: el mejoramiento de las condiciones de vida de los humildes. “Si todos ahora somos capitalistas es porque nosotros los modernos —de la derecha, de la izquierda y del centro— somos profundamente igualitarios y el capitalismo se está revelando como el más igualitarios de todos los regímenes”. Estas declaraciones son tendenciosas y oportunistas. No son diferentes de las que afirmaban a principios de los 90’, cuando se victoreaba el colapso del régimen estalinista en la Unión Soviética y Europa Oriental como “la muerte del socialismo” y “la victoria del mercado”. Desde las bancas parlamentarias hasta los salones de las cátedras universitarias, en artículos de prensa y revistas académicas, el tema se repitió incesante: La gran batalla ideológica y política del Siglo XX se había terminado. De ahí en adelante el mercado, basado en la propiedad privada de los medios de producción y de los recursos económicos, con su implacable lucha competitiva por la acumulación de la riqueza a favor del capital, reinaría sin ningún desafío. Algunos llegaron a proclamar sin enrojecerse que era la llegada de: “El fin de la historia”.

LOS CAMBIOS SOCIALES

Nunca se consideró el hecho que los regímenes estalinistas, no representaban un socialismo genuino. Esos países eran gobernados por una maquinaria burocrática y despótica que había llegado al poder por medio de la represión brutal de la clase obrera y el asesinato de su dirigencia revolucionaria. No se toleró que ningún análisis de los hechos verídicos contradijera la versión que el mercado capitalista se había mostrado la única forma viable de la organización social. Estas declaraciones se hicieron con los cambios legislativos y políticos durante el período siguiente —dirigido por Reagan y la Thatcher en la década de 1980— barriendo el planeta de programa liberal. Los partidos socialdemócratas, nacionalistas de izquierda por décadas habían proclamado la posibilidad de reformar al capitalismo a favor de la población, pero en ese momento cancelaron su política reformista. Los dirigentes de los sindicatos se apresuraron a convertirse en socios del capital para asegurarse las ganancias y la “competencia internacional” en el mercado global. Esas asociaciones fueron el peor castigo sufrido por la clase trabajadora en todo el planeta.

Los presidentes de los gobiernos nacionalistas en países subdesarrollados, de inmediato se declararon países emergentes, abandonando los programas de desarrollo económico nacional, los planes sociales; y formularon como primera medida: Las intenciones de brindarle al capital internacional oportunidades para las inversiones; (recuerdan al “Riojano” del salariazo), y La adherencia a los “principios del mercado libre” o sea las privatizaciones y las desregulaciones del mercado.

Durante los últimos 30 años y en particular durante el ritmo de desarrollo enloquecido de la década de los 90’, la organización económica del mundo entero cayó bajo el dominio del mercado capitalista mundial. En ningún otro período histórico de la humanidad el mercado ha ejercido tanto poder. Esta situación nos ubica en un lugar verdaderamente único y de privilegio para juzgar los aciertos y los errores de los partidarios del mercado y analizarlos en los términos de la experiencia histórica. De esta manera se puede apreciar el período cercano desde veinte años a la fecha cuando se publicó una avalancha de información demostrando un asombroso aumento de la polarización social en todo el mundo.

En ese momento nos enfrentamos a los siguientes datos: la riqueza de los 475 billonarios del mundo equivale al ingreso de dinero combinado, de más del 50% de la población mundial, que en números redondos son unas tres mil millones de personas. Esta acumulación de riqueza procede un avance de manera muy acelerada. La cantidad de billonarios en Estados Unidos aumentó de 13 millonarios en 1982 a 149 en 1996 y sigue aumentando. Según el Informe Sobre el Desarrollo Mundial de las Naciones Unidas de 1998, las tres personas más ricas del mundo poseen bienes que exceden el Producto Bruto Interno de 48 países, entre los menos desarrollados. Los bienes de los 15 millonarios más ricos tienen mayor valor que el PBI de la región sub-Sahara de África, y los 32 más ricos poseen bienes de mayor valor que el PBI del sudeste de Asia. La riqueza de los 84 individuos más ricos excede el PBI de la China, la cual cuenta con una población de 1.400 millones de personas.

QUE LE OCURRE A LA MAYORIA DE LA POBLACION?

De los 4.400 millones de habitantes de países en desarrollo, casi 60% carece de instalaciones sanitarias básicas, el 33% todavía no recibe agua potable y un 25% no tiene vivienda adecuada. El 20% sufre nutrición deficiente y la misma cantidad no tiene acceso a servicios de salud adecuados, ni preventiva. Entre 1960 y 1994, la brecha entre el ingreso “per capita” del 20% más rico de la población mundial y el 20% más pobre se duplicó, aumentando de 30,1 a 78,1. Y para 1995, la proporción había aumentado a 82,1.

En 1997, el 25% más rico de la población en el mundo recibió 86% del ingreso mundial mientras que el 25% más pobre recibió solo el 1,3%. Más de 1.300 millones de habitantes son forzados a subsistir con 1 dólar al día; es decir, viven bajo amenaza de subsistencia. De acuerdo a las Naciones Unidas, de los 147 países definidos como “en desarrollo”, unos 100 países habían sufrido "grave deterioro económico” durante los últimos 30 años.

Por lo tanto, como podemos apreciar, no son los “desastres naturales” lo que ha causado el empobrecimiento de poblaciones enteras en gran parte del mundo. El empobrecimiento es efecto directo de la manera tergiversada como los mercados financieros funcionan y los programas implementados por el Fondo Monetario Internacional para lograr ajustes estructurales en nombre de los bancos, de las instituciones financieras internacionales con el propósito de crear condiciones para que el capital mundial mantenga su dominio.

A pesar de los enormes pagos reintegrables, extraídos a gran precio social, el nivel de insolvencia de dinero efectivo continúa aumentando. En 1990, la deuda total de los países en desarrollo fue de mil cuatrocientos (1400) trillones de dólares; para 1997 había subido a dos mil ciento setenta (2170) trillones de dólares. En África, la deuda total fue de trescientos setenta (370) dólares por cada habitante del continente. La deuda total de varios países fue cuatro veces más que su Producto Bruto Interno. En 1998, países del Tercer Mundo pagaron setecientos diecisiete (717) millones diarios de deudas a los bancos e instituciones financieras.

LA SITUACION EN LA EX URSS

Por otra parte la mayor devastación se produjo en los antiguos territorios de la ex Unión Soviética, donde los voceros del capitalismo proclamaban entusiastas que el mercado produciría magia. Desde 1989, se calcula que la economía rusa ha decaído un 50%. En términos económicos actuales el tamaño es igual a Holanda, con una pérdida de producción mayor que la de 1942, cuando los invasores nazis ocupaban gran parte del país.

La tasa de natalidad también ha disminuido 50% desde 1985; la excede una tasa de mortalidad de 1.6%. En caso de seguir esa tendencia, la población rusa declinará 20% durante la próxima década. A principios del Siglo XX, la longevidad de los varones rusos de 16 años de edad era mayor que en la actualidad. Es decir, a pesar de dos guerras mundiales, la guerra civil, el hambre, las persecuciones políticas y los campos de concentración, un joven de 16 años tenía 2% mejor oportunidad de llegar a los 60 años en 1900 que en el siglo XXI. Aún cuando alguien, hubiera decidido de modo conciente, hacerle un chiste cruel a la humanidad, seguro que nadie hubiera imaginado la situación que ahora se despliega por todos los rincones del planeta. A medida que el nuevo siglo avanza, el “triunfo del mercado” se parece más y más a un desastre de la naturaleza.

En todos los rincones del planeta, las condiciones sociales se caracterizan por una pobreza que se profundiza y desarrolla una desigualdad acelerada, produciendo una erupción continua de catástrofes humanas. Y en medio de estas calamidades sociales el Nuevo Orden Mundial del mercado capitalista, quedó desenmascarado con el lanzamiento de guerras brutales por parte de los poderes imperialistas, quienes nuevamente se disputan el dominio de la tierra, utilizando todas las armas que poseen, para amedrentar a la humanidad.

MERCADO LIBRE Y PODER MILITAR: CAPITALISMO

La conexión entre el dominio del “mercado libre” y el uso del poder militar encontró su expresión en un artículo de Thomas Friedman, redactor de noticias extranjeras del New York Times, que publicó cuando comenzaba el asalto de la OTAN contra Yugoslavia. “La mano escondida del mercado”, escribió Friedman, “nunca podrá obrar sin esconder el puño. Mac Donald's no puede florecer sin Mc Donnell Douglas, fabricante del F-15. Y el puño escondido que mantiene al mundo salvo y seguro para las tecnologías del Valle Silicón se llama el ejército, la fuerza aérea, la marina y la infantería de marina de los EE.UU... Sin Los Estados Unidos de guardia no habría ‘American on Line’”.

El capitalismo siempre ha creado miseria para los pueblos del mundo, esta es una verdad que nadie puede negar, pero durante los últimos cincuenta años los partidarios del capitalismo han sostenido que por lo menos en los países más ricos han aumentado el nivel de vida para la mayoría de la población trabajadora. Esta es una verdad relativa, porque la aparente distribución tuvo un costo irrecuperable: Aumento de salarios a cambio de perder beneficios sociales y mejoras laborales. Las nuevas capas directivas de los sindicatos negociaron los aumentos en dinero a cambio de la desregulaciones laboral. Los líderes que han surgido del seno de la clase obrera, se han encargado de vender las conquistas que sus antepasados ganaron en el campo de “batalla”.

Por lo tanto los únicos que realmente se beneficiaron fueron las capas de la “aristocracia” obrera, que todavía siguen haciendo “Loby” en todos los países capitalistas. La expansión económica de los últimos 25 años ha producido una polarización de la riqueza que se amplía más y más, produciendo un deterioro creciente en el ingreso real de la mayoría de los asalariados. En ningún lugar del mundo esta tendencia es más aparente que en Los Estados Unidos, que se considera modelo non plus ultra de la economía del “mercado libre”. Se estima que las tasas de salarios en Los Estados Unidos están por debajo de lo que eran en 1973. Ni siquiera durante los 25 años que duraron y se extendieron los efectos a causa de la Gran depresión del año 1930, la tasa de salarios reales nunca alcanzó a contraerse por tan prolongado período de tiempo como ocurre en todo los Estados Unidos desde 1975.

El deterioro de ingresos reales para la mayoría de los trabajadores es el resultado de una redistribución “hacia arriba” de la riqueza. Durante los doce años de 1983 a 1995, el valor neto del 40% de los hogares más pobres declinó 80%. El slogan propagandístico que los partidarios del mercado libre tanto aman —que la riqueza llega a todas las capas— es pura fantasía. Lo que en realidad tenemos es una succión que tira para arriba.

El valor combinado neto, de las 400 compañías nombradas por Forbes, como la más ricas fue de un (1) trillón de dólares en septiembre de 1999. Esto representa un aumento de 7.380 millones de dólares desde el año anterior. Solamente una quinta parte de ese aumento, aproximadamente 4800 millones de dólares, hubiera sido suficiente para levantar a todos los estadounidenses que oficialmente viven en la pobreza (15% de la población y 25% de todos los niños) justamente es la marca que define la pobreza.

Se pueden citar cifras similares en todos los países capitalistas más desarrollados. Por ejemplo, de acuerdo a un estudio reciente en Australia: “En 1994, el 20% de los hogares más ricos recibieron 40% del ingreso disponible; el 20% más pobre recibió menos del 6%. Comparado con el año 1984, el ingreso de las tres quintas partes más pobres fue reducido, el del 20% que le sigue se mantuvo al mismo nivel, y el del 20% más rico aumentó. Los ingresos disponibles reales fueron más bajos para todos excepto los del 20% más rico, a pesar del aumento en hogares que dependían de dos ingresos”. En otras palabras, la gran mayoría de la población está peor en términos relativos. Pero también lo está en términos absolutos. Vale decir que. los ingresos reales han declinado.

El estallido de la crisis económica asiática de 1997-1998 azotó a los partidarios del “mercado libre”. Pero, sin embargo, después de todo, en 1993 el Banco Mundial se refería al desarrollo de esa región como el “milagro económico asiático”, que a su vez, supongo, fue testimonio a la capacidad que el mercado capitalista tiene para acabar con la pobreza. La contradicción entre lo que sostenían y lo que la experiencia mostró no convenció para nada a los principales representantes del capitalismo internacional. Porque luego siguieron entablando una defensa más estridente del “mercado libre”.

En un importante discurso en abril, 1998, cuando la crisis asiática se hallaba en pleno, el presidente del Banco de Reservas de los Estados Unidos, Alan Greenspan, proclamó que la crisis representaba “un paso importante en lo que evidentemente ha sido la tendencia significante e inexorable hacia el mercado capitalista”. Según Greenspan, el “mercado surge de algo profundamente arraigado en la naturaleza humana” y “la historia está llena de ejemplos de sistemas económicos y sociales que han tratado de contrarrestar, o alterar, la naturaleza humana y han fracasado”.

Los defensores ideológicos del capitalismo no han progresado para nada desde que el filósofo conservador británico, Edmund Burke, proclamara en el Siglo XVII que la sociedad capitalista era natural y sagrada. “Las leyes del comercio”, escribió hace más de 200 años, “son las leyes de la naturaleza, por consiguiente, son leyes de Dios”. Como dijo Greenspan, “La lección que de todo esto es que sólo los sistemas basados en el mercado libre muestran la flexibilidad y la robustez para acomodar la naturaleza humana, aprovecharse de una tecnología que se desarrolla rápido, y así adelantar los niveles de vida de manera consistente”. (Necesito un minuto de silencio y un poco de reflexión antes de seguir)

LA MISION DE UN REVOLUCIONARIO

La misión de todo revolucionario, no consiste solo en presentar como un acto verídico la contradicción entre la situación a la que se enfrenta la mayoría de la población del mundo y las proclamaciones de los partidarios del capitalismo, sobre las maravillas del mercado libre y las virtudes del sistema de beneficios y ganancias que muestran como infalibles. No es necesario revelar el misterio, sobre la polarización social profundizada, donde, “La acumulación de la riqueza en un extremo, resulta a la vez en la miseria, la agonía del sudor, la ignorancia, la barbarie y la degradación mental en el otro extremo”, está incrustada en el sistema de beneficios para favorecer solamente a una clase social y debemos mostrar como verdad indiscutible e irrebatible que el desarrollo del capitalismo internacional nos obliga a la urgente necesidad de construir un sistema social basado en la realización y solución de las necesidades humanas.

En el funcionamiento se muestra las bases para el cambio, al evidenciar que el capitalismo como sistema económico es retrogrado a causa de las condiciones egoístas y negativas del reparto. Lo que termina de mostrarse como sistema “corrompido” por lo tanto es la oposición al progreso social. La acumulación de la riqueza en pocas manos impide crecer y avanzar al proceso histórico de la humanidad, porque le quita las herramientas para crear las bases del futuro, utilizando el esfuerzo humano de miles de millones de trabajadores para derrocharlos en gastos intrascendentes y carentes de valor social. Lo peor de este drama se manifiesta en su debilidad social. Esta debilidad social lo obliga a crear los instrumentos para la dominación, para la guerra, para perpetuarse y con esto lleva el germen de la destrucción de toda la especie humana.

Para llevar este estudio a un final correcto, me incumbe aclarar ciertos puntos que son fundamentales.

1.- El capitalismo como sistema social de producción de bienes no se dirige a la producción de la riqueza como fundamento de su poder.
2.- Esta realización es contraria a la retórica de los que abogan por el “mercado libre”, tampoco es un sistema de producción cuyo objetivo es la satisfacción de los deseos y necesidades del consumidor.
3.- El capitalismo no está en la sociedad para resolver los problemas de la humanidad.
4.- El rol de dirección política asignado por la Revolución Francesa a la clase burguesa en 1789 fue un hecho histórico para liberar a la sociedad del yugo sostenido por el antiguo régimen.
5.- Posteriormente ante la ausencia de un gobierno que tuviera la capacidad de poder y la visión de progreso social para superar los problemas nacionales, delegó el poder en la Dictadura.
6.- Como consecuencia la burguesía asumió el poder político y económico de la sociedad para su beneficio, en detrimento de las otras clases a las cuales debía liberar en el marco de la historia.
7.- Para sostener ese nuevo poder se obligó a crear nuevos y más modernos grupos de represión interna y ejércitos conquistadores externos.
A partir de estas premisas, el modo de producción capitalista se desarrolló en forma privada para servir a la burguesía en función de la acumulación de los beneficios, a través de la expansión infinita del valor, cuya fuente principal es la fuerza de trabajo de la clase obrera en cualquier lugar de la tierra.
Todos los sistemas estructurados en la división de clases se desarrollan en la extracción de plusvalía a la clase de productores directos (obreros), para beneficio de los dueños de los medios de producción. Sin embargo las sociedades clasistas tienen diferencias en sus estructuras, diferencias que están expresadas por los mecanismos sociales de donde se extrae la plusvalía.

LA ACUMULACION DE LA RIQUEZA

En las estructuras anteriores a las sociedades clasistas, como la esclavitud y el feudalismo, la extracción de la plusvalía ocurría por medio de la aplicación de la fuerza política. Bajo el capitalismo la plusvalía toma lugar a través de un sistema de relaciones sociales basadas en el mercado libre, alcanzando su etapa más elevada en el sistema de salarios. Bajo el capitalismo la mano de obra sobrante asume la forma de plusvalía, cuya fuente es la diferencia entre el valor de la mercancía que el trabajador le vende al capitalista en el contrato de salarios, o sea su fuerza de trabajo o capacidad para trabajar y el valor que el uso de esta fuerza de trabajo crea durante el proceso de producción.

El valor de la fuerza de trabajo y el valor que el obrero le añade durante el proceso de producción realizado durante la jornada laboral son dos magnitudes totalmente diferentes. Esta diferencia es la fuente de la plusvalía la cual aparece en la superficie de la sociedad como beneficios, interés y renta. Es una contradicción profunda que distingue la extracción de la plusvalía para impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas dentro de la economía capitalista.

De todos modos la única fuente real y verdadera de los beneficios es la plusvalía extraída a la mano de obra activa de la clase obrera. Así como en la tasa de ganancias, la velocidad con la que el capital se expande, se calcula según la suma total del capital utilizado durante el proceso de producción. Este capital se divide en dos partes: En capital variable para comprar la fuerza de trabajo, (los salarios) que es la fuente de la plusvalía. En capital constante o capital fijo para comprar las materias primas y la maquinaria. Este capital fijo conserva el valor durante el proceso de producción y se amortiza a través del tiempo. En este terreno de variaciones la acumulación del capital se define por la tendencia que el capital fijo tiende a aumentar en relación directa al capital variable, expresando la productividad creciente de la mano de obra, porque la tasa de beneficios tiene la tendencia a declinar, a caerse con el transcurso del tiempo. Por lo tanto, la tasa de beneficios, o sea, la proporción de la plusvalía relativa con relación a la suma total del capital, tiende a declinar, se evapora. Esto ocurre porque, El capitalista despilfarra parte del capital en obscenidades que son ajenas a las necesidades humanas.

Esta es la válvula de escape por donde la tasa de beneficios tiende a declinar, y se considera como la ley de mayor importancia de la economía política capitalista, sobretodo desde el punto de vista histórico. Esto no se debe tomar, en el sentido de pensar a esta ley económica como indicadora de la caída del sistema capitalista el cual un día se va a congelar y ese congelamiento pueda producirse a medida que la tasa de beneficios se acerque a cero, como han asegurado erróneamente todos los teóricos de las reformas políticas esperando pasivamente que los capitalistas se arruinen, del mismo modo que se arruina cuando un empresario cae en desgracia.

Todo lo contrario, esta ley demuestra los cambios revolucionarios permanentes en las fuerzas productivas y el modo como surge de manera inevitable a causa de las contradicciones internas de la economía capitalista.

El capital en toda su expansión, de conjunto o por separado, por etapas o al mismo tiempo, sí queremos una mejor interpretación para la comprensión objetiva, podemos ver que los nuevos economistas del capitalismo en esta etapa de la historia buscan desesperados y por todos los medios a su disposición, la forma de vencer la tendencia de la tasa de beneficios que tiene la concepción de dejarse caer en sentido inverso.

Para lograrlo desarrollan métodos nuevos de producción basados en la nueva tecnología por donde les permite extraerle mayor plusvalía a la clase obrera. Sin embargo, el desarrollo y la aplicación de métodos iguales pueden crear ciertas condiciones amorfas. Este fenómeno se produce invariablemente donde la tasa de beneficios permanece estacionaria. También ocurre donde todavía puede expandirse, pero, de modo inevitable la misma acumulación del capital apropiado induce a una caída de la tasa de beneficios. Este fenómeno no deseado por el propietario obliga nuevamente al capital y a los mercadistas con sus tecnócratas a cuestas, a revolucionar las fuerzas productivas tratando de contrarrestar ese efecto negativo que los persigue como una maldición.

FIN DE LA EXPANSION POST SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Apoyado en estas consideraciones teóricas vemos la última fase del desarrollo capitalista relacionado con la globalización de la producción y el principio del caos político, económico y social que estamos viviendo.

La globalización tiene su origen a causa de la caída de las tasas de ganancias que se produce a principios de los años de 1970. Por 25 años luego de la Segunda Guerra Mundial, el sistema capitalista tuvo el privilegio de gozar un período de expansión sin precedente. Muchos factores contribuyeron a esa expansión: Entre ellos, Los pactos políticos y económicos después de la guerra que EE.UU. inició bajo el Plan Marshall. La adopción de una política basada en las teorías de John Maynard Keynes. Este economista ingles abogaba a favor de los gobiernos capitalistas a intervenir directamente en la estimulación de la economía y en medidas para dar concesiones de bienestar social a la clase obrera, concedidas por el terror a un retorno de las condiciones económicas de 1930 y provocara grandes levantamientos sociales y luchas revolucionarias en los países capitalistas principales.

De esta manera, el período posterior a la guerra se apoyó en la expansión de acumulación de la plusvalía por toda la economía capitalista. Esta expansión fue posible cuando se desarrolló y popularizó la cadena de montaje en el resto de los países capitalistas avanzados. Este método de producción se inició en los EE.UU. durante 1920 y 1930. La maquinaría Industrial desarrollada durante la Segunda Guerra Mundial y la expansión posterior produjo la acumulación de capital que los métodos de producción le facilitaron.

Sin embargo este crecimiento acelerado y sin control apropiado los condujo rápidamente a la caída de la tasa promedio de beneficios a causa de la masa de plusvalía alcanzada en su momento de mayor realce, pero, no había sido lo suficiente y amplia para seguir expandiendo el capital a la misma velocidad del inicio de la expansión. Fue tan grande y tan rápido el crecimiento de la masa de ganancia que, no tuvieron la previsión de calcular las necesidades de capital del próximo período.

Las estadísticas que surgieron acerca de las ganancias para la economía de EE.UU. Muestran el proceso con mucha claridad. En 1946, la tasa de beneficios era aproximadamente 22%. En 1966 todavía era 21%, pero de ahí en adelante la tasa de beneficios declinó bruscamente. Para el año 1974 había bajado al 12%. En el año 1980 era 10%. Es decir, de 1966 a 1974, la tasa de beneficios declinó más o menos 45% luego de permanecer relativamente constante por casi dos décadas. Las estadísticas de ganancias en las otras economías capitalistas principales muestran un proceso idéntico. La caída en la tasa promedio de beneficios anunció su llegada con la recesión internacional de 1974/75, que fue la baja económica más severa desde la Gran Depresión, ocurrida cuarenta años antes. Lo que anunció la llegada de una nueva época fueron las condiciones económicas, que no retornaron al nivel anterior a 1950 y 1960. El fracaso de la tasa promedio de beneficios se reflejó al pronunciarse en las estadísticas mostrando muy bajo crecimiento, porque la economía por sus propios medios se negó a regresar a niveles previos y la llamada “estagflación”, creada como nuevo nominador para medir la combinación de las altas tasas de desempleo con altos niveles de inflación, no mostraba signos de recuperación, por el contrario se profundizaba.

Los años de 1970 fueron una década de remolinos económicos y políticos, desde los eventos de mayo-junio de 1968, en Francia, a la expulsión del gobierno Tory en la Gran Bretaña a causa de la huelga de los mineros, y a los levantamientos revolucionarios en Portugal durante 1974 y 1975. Gracias a la colaboración de los partidos estalinistas y los reformistas socialdemócratas, la burguesía pudo controlar la situación. (Estas organizaciones traicionaron a la clase obrera) En los tan mentados países en desarrollo, las luchas obreras fueron aplastadas gracias a la colaboración de gobiernos y partidos burgueses locales. Contaban con el asesoramiento de la CIA, a través de las embajadas y cuerpos de ayuda a los pueblos del tercer mundo, esa vanguardia fue reprimida hasta la desaparición y la extinción de los cuadros revolucionarios. Luego de estabilizar la situación en las “colonias”, la burguesía de los países centrales, emprendió una ofensiva contra la clase obrera en todos los frentes.

Esta ofensiva contrarrevolucionaria se puede asociar a través de los gobiernos de Thatcher y de Reagan. Del punto de vista económico el evento más significativo fue la capacidad de Paul Volcker, para tomar el poder como presidente del Banco de Reservas de Los Estados Unidos en el año 1979 y la aplicación del programa de tasas de interés altas durante el año 1980. Esto fue un dictamen aplicado por el capital financiero, estableciendo nuevas medidas para aumentar la extracción de la plusvalía producida por la clase obrera. Bajo la recesión que el régimen de Volcker produjo, basado en altas tasas de interés, industrias enteras cerraron sus puertas y el capital industrial fue forzado a comenzar una vasta reorganización de la producción, que lo obligó a crear mecanismos ficticios utilizando la tecnología, para justificar su existencia y seguir creciendo.

LA BURGUESIA SE PONE EN MARCHA

Es sumamente ilustrativo el comportamiento de la burguesía en uno y en otro extremo de la cadena de explotación. En la metrópolis castiga al proletariado con la desocupación, obligando a los industriales a cerrar las empresas, por medio de la aplicación de correctivos económicos contra los empresarios que no supieron mantener el control sobre sus empleados. Estos correctivos son ocasionados por medio del alza de impuestos y la tasa de interés que a su vez lo obliga a buscar nuevos mecanismos de explotación.

En cambio en las colonias incentiva e impulsa a la burguesía nativa a masacrar a su propia clase obrera. (El papel de Kissinger en la región fue muy ilustrativo y demasiado tenebroso) Es indicativo que la burguesía está aprendiendo como aplicar esa metodología destructiva en las metrópolis para cuando llegue el momento del ajuste final de cuentas.

Como consecuencia de los movimientos políticos y económicos ocurridos durante este período histórico y las presiones ejercidas desde el poder público, en ese momento comienza la producción “globalizada” y el desarrollo de una serie continua de transformaciones en la producción basadas en la tecnología de las computadoras y en la robótica. Enfrentándose a tasas de ganancias decrecientes, que ha puesto en situación de pánico al mundo empresario. Por supuesto que el capital ha reaccionado con afán impetuoso para aumentar la productividad de la mano de obra y expandir la apropiación de la plusvalía que la clase obrera produce.

La burguesía lucha por introducir tecnologías tendientes a la reducción de los gastos, pero además de todo el esfuerzo realizado en las metrópolis, los capitalistas avanzaron decididos para sacarle ventaja a la mano de obra barata en otras regiones del mundo. De este modo el liberalismo capitalista provocó la ruptura de la antigua unificación de procesos de producción que anteriormente funcionaban en conjunto dentro del mundo capitalista.

DOS TENDENCIAS

En el análisis sobre la tendencia de la tasa de beneficios tendiente a declinar, existen dos tendencias principales. “Una es, si la tasa de beneficios decrece el capital ejerce presión para que los capitalistas, con el perfeccionamiento de los métodos de producción, liberen el precio de las mercancías por debajo del valor corriente, entonces al venderlas al precio del mercado, logren beneficios adicionales. La otra surge a través de la estafa y creación de beneficios cuando se recurre a especulaciones frenéticas con nuevos métodos de producción, nuevas inversiones de capital, nuevas aventuras, un invento para asegurar ese pequeño beneficio adicional que es independiente de la pérdida general y le sobrepasa en su capacidad.”

El desarrollo de la producción internacional y la introducción de tecnologías basadas en la ciencia de las computadoras, ha revolucionado los procesos de producción durante las últimas dos décadas. Significa que el capital trata de seguir el primer rumbo indicado. Entonces cada rama y sector del capitalismo, de manera particular trata de incrementar su porción de plusvalía disponible, esa parte que le extrae a la clase obrera. Esta maniobra la hace desarrollando nuevos métodos de producción que reducen sus costos por debajo de la avería y pérdida social.

Pero el crecimiento que ha obtenido en la productividad de la mano de obra ha fracasado en los proyectos de establecer bases para una nueva era de expansión, que se identifique con el nivel alcanzado en los años 1950 y 1960. En Los Estados Unidos, por ejemplo, a pesar de la reducción general de los salarios reales y los trastornos que han ocurrido en todos los rincones de la industria, la tasa de beneficios sólo ha podido recuperar un tercio de su baja previa y sin embargo todavía sigue 35% a 45% por debajo del apogeo máximo, ocurrido con posterioridad a los eventos de la Segunda Guerra Mundial.

DONDE ESTA EL MISTERIO

El problema que aparece y le ha quitado la tranquilidad a todos los empresarios del mundo capitalista es así:

Pegunta 1°: ¿Es posible, que el capitalismo establezca un nuevo período de beneficios, empleos y salarios expansivos, si las innovaciones tecnológicas actúan y crecen ampliamente?
Pregunta 2°: ¿O existen contradicciones internas en el proceso de acumulación de la plusvalía que, por su característica los niveles de vida declinantes expresan una aberración temporaria, o es una característica permanente de la economía capitalista al comenzar el Siglo XXI?

Para contestar esas dos preguntas necesitamos penetrar dentro el proceso de la acumulación de la plusvalía mucho más profundamente y con cuidado.
Por ejemplo: Cuando la productividad de la mano de obra aumenta, aumenta la riqueza que se produce. Esta es una verdad que nadie puede negar, ni siquiera el economista más obtuso. Sin embargo para el capitalismo, el significado de la tecnología está reflejado en el impacto que la técnica tiene sobre la extracción de la plusvalía. Hemos visto que la plusvalía se origina en la diferencia que existe entre el valor de la fuerza de trabajo que el obrero le vende al capital en el contrato salarial y el valor que esta fuerza de trabajo le agrega durante la jornada diaria.

De acuerdo con este procedimiento, la jornada diaria también se divide en dos: Entre el tiempo que le toma al trabajador reproducir el valor de su fuerza de trabajo y el tiempo que le rinde al capitalista la mano de obra sobrante. El impacto de la tecnología sobre la acumulación de la mano de obra sobrante depende del modo cómo la tecnología afecta la división de la jornada diaria entre la mano de obra necesaria y la mano de obra que sobra.
Suponiendo que durante una jornada diaria de ocho horas, el obrero tarda en reproducir el valor de su fuerza de trabajo en cuatro horas, significa entonces que le entrega al capitalista las cuatro horas que le sobran. Luego, suponiendo que gracias a la innovación de la tecnología (en la sociedad en general), el tiempo que le toma al obrero reproducir el valor de su fuerza de trabajo se reduce de cuatro horas de trabajo a solamente dos horas de trabajo. Por lo tanto en una jornada de ocho horas, se amplía a seis horas de mano de obra el sobrante de producción, lo cual representa, para el empleador un aumento del 50% de la plusvalía.

Siguiendo en el camino de las suposiciones, la productividad de la mano de obra se vuelve a duplicar reduciendo de dos horas, a una hora, la recuperación de la fuerza de trabajo del operario. Entonces la mano de obra sobrante aumentará de seis a siete horas. Comparando el aumento anterior que fue del 50%, el nuevo aumento es solamente de 16%. Podemos observar a la luz de estas comparaciones lo que ocurre cada vez que la productividad de la mano de obra se duplica. Vemos que hay un aumento proporcional y porcentual cada vez menor en la plusvalía extraída al operador.

Observemos esta cuestión más de cerca para lograr entenderla. Mientras más y mejor se desarrolle la tecnología, la productividad de la mano de obra será menor. En este plano la productividad es inversamente proporcional a las fuerzas que intervienen. Es decir, mientras más se reduzca la mano de obra necesaria (que ha tomado lugar a lo largo de toda la historia del capitalismo), más difícil se hace a las nuevas tecnologías aumentar la tasa de plusvalía lo suficiente para restaurar la tasa general de beneficios y asegurar la expansión general del capital. No importa lo productiva que sean las máquinas, no importa cuanto y más rápido alcancen a producir. El capitalismo agota sus posibilidades a medida que va apropiándose de los beneficios. Esta es una ley del sistema de producción que le dio origen al capitalismo como forma de explotación social. En estos términos no se puede modificar.

LAS LEYES DEL REPARTO

Bajo la presión de la competencia, cada compañía capitalista, puede tratar de mantener o aumentar sus beneficios particulares por medio de la introducción de tecnologías que reduzcan sus costos. ¿Pero cuál es el efecto de este proceso sobre la acumulación de la masa general de la plusvalía? Nuevos métodos de producción reducen los costos por medio de la eliminación de sectores enteros de mano de obra. Pero la mano de obra es la única fuente de la plusvalía y de los mismos beneficios.

Como consecuencia, el desarrollo de estos métodos tiende a reducir la masa de la plusvalía dentro de la economía capitalista general. Por otra parte a esta tendencia le contrarresta, hasta cierto punto, el aumento de la plusvalía que se le extrae a la mano de obra que queda empleada. Sin embargo, como la mano de obra necesaria ha quedado reducida a una pequeña fracción de la jornada diaria que, es el resultado de todo el desarrollo tecnológico anterior, no puede, aunque quisiera, aumentar su volumen lo suficiente para asegurar la expansión general de la masa de la plusvalía.

Esa es la razón por la cual las tecnologías nuevas ya no producen la expansión de la masa de la plusvalía como lo hacían en el pasado. Las tecnologías producen en la actualidad el estancamiento y lo que es peor aun, agudizan la caída de los beneficios, lo que conduce de modo inevitable a incrementar la competencia, a incrementar la reducción de costos y la eliminación de mano de obra a límites más feroces, todo el incremento de estas medidas disminuyen la acumulación de la plusvalía general todavía más y más.

Al desenmascarar las contradicciones del proceso de acumulación capitalista por medio de la plusvalía, podemos ver y entonces comprendemos las causa y las razones, por qué el capitalismo ha escogido el segundo rumbo: “El esfuerzo por contrarrestar la caída en la tasa de beneficios por medio de operaciones financieras que progresivamente se van divorciando del propio proceso de producción y reducen aún más la tasa de beneficios.”

Las estadísticas comprueban este desarrollo de las operaciones financieras y son increíbles. Por ejemplo, el volumen del comercio hacia finales de 1990 (en gran parte consagrado al esfuerzo por adquirir beneficios a través de cambios en la valorización de las monedas) fue aproximadamente 1.5 trillones de dólares diarios, lo que representa un aumento de 800% desde 1986. Por contraste, el volumen internacional de las exportaciones para 1997 (contando servicios y mercancías) fue 6.6 trillones de dólares, o sea, 25 billones diarios. Para mediados de 1990, la cantidad de capital en Los EE.UU. que asumió la forma de fondos mutuos, fondos de pensiones y otros tantos llegó a 30 trillones. O sea, 10 veces las cifras de 1980. Estas operaciones han sido un verdadero proceso internacional. Las transacciones de bonos y títulos (papeles solamente, nada de dinero) que han cruzado las fronteras internacionales entre 1970 y 1996, cuando se miden como porcentaje del Producto Bruto Interno, aumentaron por un factor de 54% para Los Estados Unidos, de 55% para Japón y de 60% para Alemania.

LA LOCURA FINANCIERA

Una de las expresiones más dramáticas del proceso de expansión, producidas por el esfuerzo de expandir el capital con manipulaciones y transacciones puramente monetarias, (valores documentados) fue el surgimiento de las bolsas de valores internacionales. A partir de la gestión Reagan-Tacher, los países capitalistas se obligaron a poner en funcionamiento las bolsas de valores en todo el mundo. Basta recordar en Argentina, la gestión económica de Martínez de Hoz, quién recibió un adelanto de 9.000 millones de dólares para abrir la “Timba” financiera local.

Al respecto de la locura financiera, el escritor estadounidense Robert Schiller, en su libro más reciente, “La exuberancia irracional”, detalla de la siguiente manera como el mercado estadounidense se ha intensificado: “La Avería Industrial de Dow Jones estaba por los 3600 a principios de 1994. Para 1999, había sobrepasado los 11,000, triplicándose en cinco años, lo cual significó un aumento total de más de 200% en los precios de la bolsa de valores. A comienzos del 2000, la Dow había pasado los 11,700. Sin embargo, durante el mismo período, los índices económicos básicos ni siquiera se acercaron a triplicarse. El ingreso personal y el Producto Interno Bruto de Los Estados Unidos aumentaron menos de 30%; casi el 50% de este aumento resultó de la inflación. Los beneficios de las corporaciones aumentaron menos de 60%, lo cual provino de una base que había sido temporariamente deprimida por la recesión”.

¿Qué pueden explicar estos desarrollos tan extraordinarios? ¿Qué insinúan para el futuro desarrollo del capitalismo internacional?

Normalmente se piensa que la función del mercado de divisas en acciones es suministrar capital nuevo para invertir en la producción. Esa tarea es parte de la función del mercado de valores, cpn esa finalidad fueron creados los papeles accionarios en los orígenes del capitalismo. En la actualidad esa no es la función principal. Es así cómo entre 1981 y 1987 en Los Estados Unidos las corporaciones no financieras retiraron acciones por un valor de 813 billones de dólares. Se llevaron más dinero del valor emitido, resultado de absorciones y operaciones de rescate. Realizaron una estafa “legal” a través del artificio de la venta de papeles negociables y de este modo se apoderaron de dinero ajeno, que no fue utilizado para la producción.

El mercado de acciones en la bolsa de valores, en tiempos actuales, tiene muy poca relación con la recaudación de nuevos capitales para la industria y la producción. Se trata solo del comercio de títulos de propiedad que, sube o que baja de valor conforme a la oferta y la demanda, son, en última instancia, reclamaciones sobre los ingresos y beneficios que se producirán a futuro. En términos reales, las acciones y los bonos son capital ficticio; es decir, no es capital productivo que se relacione de manera directa con la extracción de la plusvalía que la clase obrera produce con su trabajo. Estos valores son los títulos de ingreso y de propiedad que los tenedores reclaman sobre la plusvalía que se produce en otros sectores del sistema capitalista.

El desarrollo del sistema de crédito y el surgimiento del capital que se apoya en el mercado de acciones que ha tenido tanto eco durante los últimos treinta años, luego de haber probado sus efectos en el mundo empresarial, tiene una cualidad particular que los especialistas del sistema capitalista consideran basura innecesaria y parasitaria que crece sobre el cuerpo sano del capitalismo. El hecho es que el surgimiento de varias maneras de capital ficticio se arraiga en el proceso de la acumulación de la plusvalía y ha nacido como un embrión del desarrollo histórico del sistema capitalista, que se encuentra angustiado por la necesidad de mantener activa la ganancia. Y aún cuando es repudiado por muchos economistas y tecnócratas, es inevitable por la dinámica que le dio vida al sistema.

El capital no es un objeto; es una relación social. Es un fenómeno surgido de la naturaleza social humana. un valor que se expande por su propia energía, y a través de varias etapas adquiere la forma de dinero, para circular desde los medios de producción de mercancías hasta el intercambio y otra vez de dinero para resumir el ciclo de expansión de valor.

En este proceso eterno de acumulación, el capitalismo como fuerza social, se vio obligado a vencer todos los obstáculos. Durante la infancia de su historia, chocó contra las barreras que la riqueza y los ingresos personales de los estados le imponían a la acumulación de las mercancías. Para romper las restricciones de las empresas familiares o de las sociedades en comandita, el capitalismo requería acceso a los recursos de la sociedad en general. El desarrollo del crédito y de las compañías por acciones fue el medio a través del cual logró este objetivo. Pero en el tiempo estos medios se convirtieron en su contrario. En este proceso económico del mismo modo a todos los procesos de la naturaleza, la aplicación de tesis, antitesis y síntesis, han sido siempre el método para encontrar la respuesta a través del materialismo dialéctico.

A medida que la producción capitalista se expandía en todos los sentidos el capital productivo adquiría mayor concentración. Las inversiones que se realizaron en el capital fijo (las tecnologías, los edificios, la maquinaria pesada, los vastos procesos químicos y los procesos de refinamiento) sólo pueden desempeñar funciones como medios de producción para extraer la plusvalía de la clase obrera por un largo período.

Esto significa inevitablemente que, el proceso de producción requiere capital para poder permanecer de esta forma durante un largo período. A su vez el capital también necesita la capacidad para moverse libremente de una zona de la economía a otra zona, para poder aprovecharse de las oportunidades que se presentaban en la lucha permanente por la apropiación de la plusvalía.

Esta contradicción existente y que aparecía como medida insalvable, entre los requisitos de la producción capitalista para inversiones a largo plazo por una parte y por la necesidad del capital para moverse rápido en el otro extremo, se resolvió con la aparición y expansión de las acciones. A partir de ese momento el capital se abastecía a través de la emisión de acciones que entraban en el proceso de producción. La existencia de la mercadería de acciones facilitó que los accionistas, inclusive aquellos que pudieron haber contribuido al capital inicial, movieran su capital a otras zonas cuando vendían las acciones, sin liquidar realmente el capital productivo invertido. Por lo tanto, el desarrollo de la compañía por acciones y las mercaderías de acciones fueron los medios históricos a través de los cuales el capital resolvió la contradicción primaria entre la necesidad de tener a mano grandes cantidades de capital fijo y la necesidad de moverlo hacía otros campos.

El capital ficticio aparece como una aparente solución y un medio para resolver la contradicción emergida durante el proceso de la acumulación de la plusvalía. A la vez esta contradicción también se convierte en fuente de una nueva contradicción. Este proceso se parece a la mentira, que aparece para tapar otra mentira. La aparición de un mercado que consiste en títulos de propiedad, que a su vez son reclamaciones efectuadas por el “tenedor” sobre la plusvalía, hace posible que el capital pueda expandir su valor a través del comercio dentro de este mercado de valores.

Cuando introdujeron este mecanismo y se produjo este fenómeno por primera vez, creó resultados tan poderosos que, ese prospecto se volvió más y más atractivo con cada reiteración, aunque en realidad más que atractivo se hizo necesario cada vez que el capital productivo le imponía restricciones a la acumulación de la plusvalía. Entonces ocurrió que bajo condiciones donde la tasa de beneficios declinaba o se estancaba, el capital, para expandirse de nuevo, llegó a depender de especulaciones aventureras. Se transformó en la droga de los economistas. Con la globalización se alcanzó el pico más elevado y en este nivel de desarrollo de la necesidad del capitalismo para sostener y aumentar la tasa de ganancia por la plusvalía incrementará con más exigencia el cumplimiento de obligaciones contraídas por países capitalistas deudores al sistema financiero internacional.

He ahí el origen del fantástico aumento en los valores del mercado de acciones que se ha visto desde el principio de 1980, en un proceso acelerado durante dos décadas y hemos visto el enorme aumento en el mercado de acciones relativas a la economía en general.

EL REGRESO DE LOS ALQUIMISTAS MODERNOS

En la religión cristiana, según los clérigos, el alma abandona el cuerpo y asciende al cielo. En el caso que tratamos, los sumos sacerdotes del mercado predican una doctrina similar. Sostienen que el dinero puede separarse a si mismo del proceso de producción y pueden ingresar en una gloria celestial financiera donde el dinero eternamente engendra dinero y más dinero.

Los alquimistas del mundo antiguo y del mundo medieval se caracterizaron por su capacidad de transformar el metal en oro. La capacidad de transmutación de los objetos era la virtud de estos científicos, convertidos en semidioses a los ojos del vulgo popular y perseguido hasta la extinción por el poder terrenal y la iglesia. Ahora bien, observando lo que ocurre en las esferas de la economía moderna, es posible que en tiempos actuales, cuando los tribunales de la santa inquisición han desaparecido devorados por la razón y los Estados modernos inducidos por hombres y mujeres del mundo empresario, fueron convencidos por los nuevos alquimistas de un fenómeno aplicable a nuestros días, ¿Que el capital puede realizar su sueño de convertir el dinero en más dinero indefinidamente? Habrá sido esta la propuesta.

Pero a su vez, tengo el atrevimiento de pensar que, tal vez, solo tal vez, por supuesto
¿Este proceso tiene restricciones internas que lo inhiben?

Es en este momento luego de analizar todas las proyecciones donde encuentro que, aún cuando los valores de las acciones pueden seguir aumentando, mucho más que el capital productivo hasta empequeñecer su capacidad, el capital ficticio, que surge de las “acciones” no puede escapar a sus orígenes. Surge de inmediato su contrario. En algún punto del recorrido tiene que enfrentarse con el resultado innegable de todo cuanto a creado es simplemente un reclamo sobre la plusvalía y que esta plusvalía, en realidad, todavía tiene que extraérsela a la clase obrera. No hay otra manera de explicar el lugar de donde aparece la capitalización.

Aprovechando la oportunidad que nos brindaron, cuando fuimos invitados a un congreso de trabajadores en 2002, organizado por la CLIO norteamericana hicimos una entrevista a un grupo de economistas destacados, a quienes tomamos de improviso en una visita guiada, al centro de convenciones de economía política en la ciudad de Columbia, EE.UU. Nos encontramos con una explicación que, en ese momento nos dejó perplejos: Según estos defensores de la “nueva economía”, los valores que arroja el mercado de acciones no son para nada “irracionales”, solamente son una mera anticipación del aumento en la productividad y los beneficios ocasionados por las nuevas tecnologías, sobretodo aquéllas tecnologías relacionadas con las redes de la Internet y que gracias a las tecnologías modernas los empresarios podían reclamar las ganancias futuras.

No cabe duda que las nuevas tecnologías está produciendo, y no cabe duda que seguirán produciendo en el futuro y en ese futuro que imaginan, producirán grandes incrementos en la productividad de la mano de obra. Pero, como ya hemos visto, a través de la experiencia realizada en los últimos treinta años, que esos incrementos no proveerán ninguna salida positiva, porque el valor que surge de la plusvalía se restringe en cada período histórico. Entonces como consecuencia de este proceso ficticio la estructura del capital internacional adquiere la forma de pirámide invertida a medida que la masa del capital ficticio que reclama su porción de plusvalía crece a pasos agigantados, en relación al capital productivo que, a fin y al cabo tiene que satisfacer en algún momento del proceso de producción.

Voy a citarles varias estadísticas que ilustran este fenómeno. A principios de 1999, el valor del mercado capitalizado de American Online, con 10,000 empleados, era de 66.4 billones. Sin embargo, el valor de mercado de General Motors, con más de 600.000 trabajadores, era de 52.4 billones. Los dos sectores reclamaban una porción de la plusvalía de acuerdo a su valor de mercado capitalizado. Viendo con una mirada objetiva el reclamo que hacen estas dos empresas, aparece que la contribución de America Online a la acumulación general de la plusvalía disponible (se refiere al capital en general) con 10.000 trabajadores a cargo, es mucho menor que la contribución al capital general, de General Motors, que tiene 600.000 trabajadores a su cargo. Como ejemplo de semejante brecha, tenemos que aun cuando todos los trabajadores de American Online trabajaran las 24 horas del día y no se les pagara nada, ni un centavo, esos 10.000 empleados no alcanzarían a contribuir con la misma cantidad de plusvalía que se les extrae a los obreros de General Motors.

En el caso de Yahoo! La contradicción entre las reclamaciones que el capital le hace a la plusvalía, por una parte, y la verdadera extracción realizada por otra parte es aún más destructiva. Yahoo!, con solo 673 empleados a su cargo, tenía un valor de mercado capitalizado de 33.9 billones. Esta estructura tipo pirámide del capital internacional es la fuente de su extrema inestabilidad. Cientos de billones de dólares de capital, buscando su tasa de rendimiento, corren insaciables por los salones de los mercados mundiales buscando de modo incesante la tasa de beneficios.

Cuando los precios de títulos de propiedad, acciones, bonos, bienes raíces, y de cualquier otro tipo aumentan, el capital “llueve” buscando beneficios comprando barato y vendiendo caro. Todos salen con sus beneficios. Pero cuando el mercado se tambalea y aparece que los valores del capital han sido inflados artificialmente para incentivar una venta, corren como estampida y destruyen los valores del capital de la noche a la mañana no solo del capital ficticio sino también del capital productivo.

Luego de la crisis económica asiática de 1997 y 1998, los responsables, para decir de alguna manera, que “alguien” produjo un movimiento de capitales, trataron de sugerir que ésta crisis había ocurrido, por causa y producto de las condiciones particulares de la región. Pero la verdad fue que el colapso oriental donde se perdieron millones de empleos y los bancos y las corporaciones de pronto se vieron con billones de dólares que no podían pagar de ninguna manera, la realidad acudió rápidamente y les demostró que las “condiciones asiáticas” no tenían ingerencia en la crisis como habían sugerido los economistas. En la realidad la crisis representó el estado del mercado capitalista y el modo como funciona en términos generales a través de la oferta y la demanda.

Los inversores de Asia y otros mercados del mundo, vertieron enormes cantidades de capital sobre los Estados Unidos, de este modo intensificaron el valor del mercado de acciones y crearon las condiciones para un desastre aún mayor: Los fondos para pensiones, las cuentas de ahorro y las inversiones de millones de personas corren el peligro de evaporarse de la noche a la mañana a medida que los valores inflados del mercado caen. La experiencia realizada por los mercados de Argentina, cuando Cavallo inventó el “corralito”, fue un efecto fulminante del reclamo que hicieron al mercado los inversionistas de la era menemista.

Cierto escritor recientemente notó que la pesadilla de los escritores de ciencia-ficción de una humanidad controlada por robots y máquinas, se está convirtiendo en realidad, pero ese dominio de las máquinas se está produciendo por el sistema de capital financiero a través de las computadoras y de la Internet. Los mercados financieros han asumido la forma del capitalista colectivo, de capital generalizado: Autómata cibernético que domina a los seres humanos en todos los rincones de la tierra, cuyo afán sin freno por acumular la última gota de plusvalía subordina todas las condiciones de vida a la propia destrucción. Sin embargo las raíces de este dominio no es la tecnología, es simplemente el sistema de relaciones sociales basadas en la auto expansión del valor. La crisis que se enfrenta la humanidad es la crisis de la tecnología y las mismas fuerzas productivas que proveen las bases materiales necesarias para la emancipación humana, que, por primera vez en la historia de la humanidad, hace que la posibilidad de una verdadera libertad humana deje de ser un sueño utópico y se conviertan en realidad, porque están subordinadas a un sistema de producción cuya lógica objetiva necesita y requiere la pauperización de los obreros que producen la riqueza.

Consideremos por un momento el carácter de este mercado mundial, de este enorme movimiento de finanzas que obliga el cierre de una fábrica aquí y otras en cualquier hemisferio, donde su mecanismo lo pondere necesario para realizar la gran destrucción de empleos en esas zonas; decretando en medio de los adelantos productivos mayores de la historia de la humanidad, que no hay suficiente dinero para la salud y la educación; que exige que se reduzcan los servicios sociales en este o aquel país y se hagan “ajustes estructurales” en otro. A pesar de lo que sus representantes digan, el mercado de divisas y acciones de capital no es producto de Dios, ni un regalo de la naturaleza. Es la expresión enajenada de los poderes productivos sociales de la humanidad.

LA PERSPECTIVA SOCIALISTA

¿Cómo vamos despojarnos de esta enajenación? Para resolver este dilema se necesitan dos acciones prácticas. “Primero debe ser una acción intolerable, que desate una fuerza contra la cual los hombres se rebelen totalmente, tiene que haber dejado a la gran masa de la humanidad sin ninguna propiedad. A la vez el capitalismo tiene que haber producido un mundo de riqueza y cultura. Estas dos condiciones suponen un aumento de la capacidad productiva y un alto grado de desarrollo”.

Respecto de estas premisas a esta altura de los hechos históricos no existen dudas sobre todo lo que implica el desarrollo de la tecnología que, estas condiciones ya se han cumplido en la mayoría de los países desarrollados y se aproximan a pasos agigantados, hacía el resto de los países emergentes. La globalización de la producción es resultado de la necesidad de hacer crecer el producto elaborado por la clase obrera de cientos de millones de trabajadores, en regiones del mundo donde la industria apenas existía hace varias décadas atrás y que en la actualidad es una realidad. Por otra parte, en los países capitalistas avanzados, sectores enteros de la población existente, que con anterioridad a este fenómeno, se consideraban dentro de la clase media fueron convertidos en proletarios y algunos sectores indefinidos en desclasados.

Las luchas de los trabajadores por todo el mundo, están asumiendo formas diferentes y han sido objetivamente unificadas en la lucha por el hecho que nacen de operaciones elaboradas por medio del mercado mundial dominante de todas las economías nacionales, pero también es el resultado de las exigencias de los bancos y de las corporaciones transnacionales, para cumplir con los tenedores de acciones.

La cuestión candente del momento actual tiene que ver con el programa y la perspectiva que tienen y que deben construir para organizarse los grandes centros de hombres y mujeres en todo el planeta y llevar a cabo en la lucha contra el capitalismo mundial un nuevo proyecto para cambiar el orden social, político y económico. En palabras sencillas realizar la revolución social.

Durante los últimos años se han visto toda clase de protestas, de igual modo en la actualidad las manifestaciones de todos los sectores expropiados de la sociedad, en todo el planeta se alzaron contra la Organización del Comercio Mundial (OCM), y contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. En estos días en Europa, Medio Oriente, Egipto, Suramérica están en plena movilización protestando contra sus gobiernos en reclamo de derechos sociales y mayor participación en los asuntos democráticos.

Con la aparición de esta oposición internacional los círculos gobernantes han oído la campana del peligro. No obstante esta situación de riesgo el aumento en los valores de las acciones y el triunfalismo arrogante del mercado y sus mercadistas, hace que sus dirigentes, hagan la vista gorda, los oídos sordos y las lenguas mudas, aún reconociendo que amplias capas de los sectores populares agrupando personas de distintos extractos del mundo no sólo están profundamente insatisfechas con el orden social dominante, sino que también son hostiles hacia el sistema que ellos han elaborado. Por lo tanto la perspectiva de los elementos que dominan a estos movimientos de protesta, no importa cuanto difieran entre ellos, cuando se trata de aplicar las tácticas, en general viendo el dominio del sistema económico mundial surge como primera medida la restauración de la soberanía nacional. (Algunos sectores opuestos que incluyen hasta las administraciones de algunos gobiernos de corte nacionalista manifiestan que el FMI y otras instituciones del sistema capitalista mundial deben ser “reformadas” o directamente “clausuradas”, también hablan de una nueva organización social) Hablando de este tema tan candente para el sentimiento de grupos nacionales el Profesor Chossudovsky señala que la “única promesa del “mercado libre” es la devastación económica de los pueblos". y al elaborar la propuesta desde el punto de vista de su perspectiva, declara: “Debemos restaurar la verdad, debemos restablecer la soberanía a nuestros países y a los pueblos de nuestros países”.

Sin embargo, aquí se manifiesta una gran diferencia que, es fundamental para distinguir entre la oposición socialista al capitalismo mundial, que lucha por la unificación de la clase obrera internacional atravesando fronteras nacionales, y la oposición pequeño-burguesa nacionalista a los efectos de la globalización, la cual exige que se restaure el poder del estado-nación.

Esta perspectiva del estado-nación es esencialmente reaccionaria en el sentido histórico más profundo y objetivo de la palabra. ¿Porque? Veamos. Durante cada etapa del desarrollo del capitalismo, inevitablemente, han aparecido movimientos cuya reacción al cataclismo social causado por la transformación revolucionaria de las fuerzas productivas, estas fuerzas nacionales fueron de la idea de no modificar nada y a su vez, las de exigir el regreso al pasado, que dejaran todo igual.

En ese aspecto vemos que, durante la primera etapa del desarrollo del capitalismo industrial hubo los que condenaron la destrucción de la economía campesina y la producción artesana pequeño-burguesa que se presentaba retrograda y obsoleta. Durante la era de los monopolios y la formación de carteles capitalistas gigantes hacia fines del siglo pasado, surgieron movimientos que exigían la restauración de la producción dentro de una escala de menor amplitud, similar a la época anterior que quedaba atrás. Ahora en tiempos actuales como reacción a esta última etapa del desarrollo capitalista, vemos estos grupos sociales exigiendo un retorno al capitalismo regulado por cada nación. Este proyecto se basa en el programa keynesiano que facilita la estimulación inmediata de los factores económicos locales y se instaló después de la Segunda Guerra Mundial y tuvieron efectos positivos por la acción del desarrollo de las reformas nacionales en los países donde las burguesías nativas comenzaban a liberarse de las ataduras impuestas por terratenientes. Sin embargo hay que tener bien claro haciendo hincapié en la confusión elemental y fundamental en contra de aquellos que identifican la “globalización” con el “capitalismo internacional”. Que, “Es necesario distinguir entre el carácter más y más internacionalizado de la producción y el comercio de mercancías que, por si solo, es un desarrollo progresista”.

En sentido contrario al que los adelantos de la ciencia de computadoras y las telecomunicaciones, que han impulsado para acelerar la acumulación de riquezas, todavía no elaboradas, y las consecuencias socialmente destructivas que surgen, no de la globalización como tal, sino de la continua subordinación de la vida económica a un sistema propulsado a la búsqueda anárquica de los beneficios unido a una forma de organización política nacional retrograda.

La cuestión de mayor importancia para los días actuales, no se trata de, como hacer retroceder el desarrollo hacia una época casi mística de vida económica nacional aislada del resto del mundo. En realidad se trata sobre: "¿quién va a controlar la economía internacional? ¿Los intereses de que clase social determinaran como se utilizan estas capacidades técnicas y culturales tan inmensas?”

Coloquemos por un instante el llamado a la restauración de la soberanía nacional dentro de su contexto histórico y nos encontramos que: El estado-nación fue creado por la burguesía a medida que luchaba por desarrollar las fuerzas de la producción, para darle nueva forma al mundo y satisfacer las necesidades del nuevo orden social que estaba engendrando.

El sistema de naciones-estados visto hoy en los tiempos actuales, "ha sido totalmente reconocido como reaccionario por el desarrollo internacional de las fuerzas productivas." Por lo tanto, basar una perspectiva política en la demanda de restaurar la soberanía nacional es lo mismo que insistir, tal como hicieron varios movimientos opuestos al capitalismo, que se mantuviera el orden feudal en tiempos de la revolución burguesa.

La oposición socialista al capitalismo internacional apunta hacia el tiempo futuro, no hacía el pasado, como hacen los movimientos de protesta pequeño-burgueses. nosotros con mayor precisión apoyamos la perspectiva sobre el proceso objetivo de la economía capitalista actual, porque preparan el camino para un orden social superior y el adelanto de la civilización futura.

La burguesía a pesar del simbolismo retrogrado para los tiempos modernos, siempre y en todas partes impulsó el desarrollo de la producción capitalista para desarrollar la acumulación de los beneficios y la intensificación de la explotación de clase. No obstante, es este mismo desarrollo de las fuerzas productivas que, al incrementarse va destruyendo el dominio de la burguesía y prepara las condiciones para su propio derrocamiento y no puede impedir que se cumpla la previsión donde la burguesía es como el brujo que “ya no puede controlar los poderes del otro mundo que ha conjurado con sus hechizos”.

La globalización de la producción y de las finanzas no sólo ha reafirmado a la clase obrera como sepulturera del capitalismo mundial; también ha preparado las bases objetivas para una economía socialista mundial planificada.

¿Qué otra cosa puede considerarse a la corporación transnacional moderna, con su sistema de planificación compleja y mecanismos de información y control, sino a la precursora de las formas de planificación y producción socialistas que se desarrollan como embrión, dentro del útero del capitalismo? Si hoy es posible organizar la producción y distribución de las mercancías y los servicios a través de países y continentes enteros, entonces es posible llevar a cabo la planificación socialista a nivel mundial.

Esta organización estará basada en la satisfacción de necesidades humanas y las fuerzas productivas se librarían de la lógica inexorable que la somete en tiempos actuales a la acumulación de la plusvalía, entonces se obligarán a servir a la humanidad y facilitarán el progreso de modo infinito, en lugar de ser usado como instrumento de opresión.

Es posible a través del desarrollo de los mercados financieros internacionales y los sistemas de comunicación, proveer información del último momento acerca de la actividad económica en cualquier rincón del mundo, entonces es perfectamente posible desarrollar los medios de información y de comunicación para que, por primera vez en la historia, los obreros explotados participen en la planificación, la organización y el control de la vida económica. Este es el objetivo por el cual los revolucionarios luchan; objetivo que no proviene de esquemas de alguno que otro reformismo universal, sino que son el resultado de los procesos que se presentan ante nuestra propia visión.

Lamentablemente para desgracia del sistema capitalismo y sus tecnócratas lo que ha logrado está muy lejos de alcanzar el beneficio de los pueblos del mundo. Todas las contradicciones del capitalismo que engendraron las luchas revolucionarias de la primera parte del siglo XX y los conflictos sociales en la segunda mitad, han asumido formas mucho más explosivas. Entonces la perspectiva histórica de una nueva revolución es la única salida viable para salir del callejón que el capitalismo mundial ha lanzado a la humanidad.


Virgilio Ángel Galeano
Secretario General
Agrupación Democracia Sindical
Trabajadores de Vigilancia Privada
de la República Argentina
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