VENCEDORES
Y VENCIDOS
LA LIBERTADORA

El plan de Lonardi y el de
su sector era rescatar la estructura política peronista y su base social
fundando un “peronismo sin Perón”. La actitud conciliatoria del presidente de
facto fue rápidamente atacada por los sectores liberales, encabezados por el
vicepresidente de facto Issac Rojas. El general Lonardi fue desplazado por el
general Pedro Eugenio Aramburu, representante del sector liberal del Ejército,
el 13 de noviembre de 1955. El almirante Issac Rojas conservó el cargo de
vicepresidente.
La segunda etapa de la
Revolución Libertadora, encabezada por el binomio Aramburu Rojas, se
caracterizó en el terreno político por su decidida acción contra el peronismo
depuesto. La CGT fue intervenida, fue asaltado su edificio donde fue vejado y
secuestrado y “desparecido” el cadáver de Eva Perón. Se lanzó una persistente
persecución de militantes o simples simpatizantes peronistas que incluyó el
encarcelamiento de más de 4.000 personas, la tortura sistemática y el
fusilamiento de 33 civiles y militares en junio de 1956. El gobierno de la
llamada “Revolución Libertadora” decidió en febrero de 1956 el ingreso de la
Argentina al Fondo Monetario Internacional y aplicó el “plan Prebich”, el primer
programa de “ajuste” del Fondo aplicado en nuestro país. El plan atacó la
regulación económica, desmanteló el IAPI y las instituciones destinadas al
bienestar social de la población, promovió las privatizaciones de Empresas del
Estado pero no tuvo éxito y se dedicó a estimular las inversiones externas y
congeló, o sea rebajó los salarios.
La nueva política perjudicó
a la clase obrera. Su masiva afiliación peronista La convertía en objeto de
persecuciones encubiertas o abiertas en los barrios como en los centros
laborales.
La comisión investigadora de
las cuentas de la fundación Eva Perón no pudo encontrar irregularidades. Halló
intactos los depósitos bancarios de la Fundación que sumaban 3.500 millones de
pesos, unos 250 millones de dólares al cambio de octubre de 1955. Estos dineros
no fueron depositados por los libertadores en las cajas de jubilación como se
había previsto. En su dictamen la comisión “libertadora” se quejaba por los
“excesos” de la Fundación Evita: “Desde el punto de vista material la atención
de los menores era múltiple y casi suntuosa. Puede decirse, incluso, que era
excesiva y nada ajustada a las normas de la sobriedad republicana que convenía,
precisamente, para la formación austera de los niños. Aves y pescado se
incluían en los variados menús diarios. Y en cuanto al vestuario, los equipos
mudables, renovados cada seis meses, se destruían”.
Señala Alicia Dujovne Ortiz
“Una dama católica, Doña Adela Caprile, que formó parte de la comisión
liquidadora de la Fundación instaurada tras la caída del peronismo, nos ha
confesado haber sentido una impresión similar ’nunca hubiera creído que se
pudiera reunir semejante cantidad de raquetas de tenis. Era un despilfarro y un
delirio, pero no un robo. No se ha podido acusar a Evita de haberse quedado con
un peso. Me gustaría poder decir lo mismo de los que colaboraron conmigo en la
liquidación del organismo’”.
Se dio rienda suelta a un
revanchismo con un fuerte acento de odio de clase. Se formaron inmensas fogatas
en los hogares y policlínicos de la fundación Eva Perón, donde se quemaron miles
de libros, frazadas, sábanas, cubre camas, platos, y cubiertos porque llevaban
el sello de la institución. Decenas de pulmotores fueron destruidos por la
misma sinrazón. Pocos meses después, una gravísima epidemia de polio se abatió
sobre el país. Muchos chicos argentinos murieron por falta de aquellos aparatos
y, ante la tragedia consumada, los “libertadores” tuvieron que importar
veintiún pulmotores desde los Estado Unidos.
La Ciudad Infantil, conocida
y admirada en el mundo como ejemplo de contención y educación de la infancia
desvalida, fue asaltada por las tropas. Sus pequeñas casitas que reproducían
los edificios clásicos de una ciudad y un enorme comedor que alimentaba centenares
de niños por día, fueron aplastados por los tanques y sus piscinas fueron
cegadas con cemento.
El decreto 4161 del 5 de
marzo de 1956, pretendió prohibir por decreto al peronismo en todas sus formas
y expresiones. El decreto decía en uno de artículos; “Se considera
especialmente violatoria de esta disposición la utilización de la fotografía
retrato o escultura de los funcionario
peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio
del presidente depuesto, el de sus parientes, las expresiones peronismo, peronista,
justicialismo, justicialista, tercera posición, la abreviatura PP, las fechas
exaltadas por el régimen depuesto las composiciones musicales “marcha de los
muchachos peronistas y Evita Capitana” o fragmentos de las mismas, y los
discursos del presidente depuesto o su esposa o fragmentos de los mismos.” El
resultado de tan absurdo decreto, como suele ocurrir en estos caso, fue el
incremento del orgullo por su identidad peronista de los militantes de la
resistencia.

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