viernes, 14 de octubre de 2016

VENCEDORES Y VENCIDOS (LA LIBERTADORA)

VENCEDORES Y VENCIDOS
LA LIBERTADORA


Hace sesenta y un años el general (presidente de facto) Eduardo Lonardi, acompañado por el almirante (vicepresidente de facto) Issac Rojas, anunciaba desde un balcón que había tenido dueño hacía apenas una semana, que en el proceso político que se iniciaba, bautizado ampulosamente por sus autores civiles y militares como “Revolución Libertadora”, no iba a haber ni vencedores ni vencidos. Terminaba una época destinada a marcar defintivamente la historia argentina. Plena en méritos y desméritos, avances inéditos en el terreno social y la mayor redistribución del ingreso de la historia en sentido progresivo equiparando por primera y única vez en la historia la distribución de la renta entre los que la producían y los que se la apropiaban. Los libertadores, según decían, venían a terminar con las prácticas antidemocráticas. No parecía un buen antecedente el criminal ataque a la Plaza de Mayo producidos el 16 de junio de 1955 que provocó más de 350 muertos y casi 1.100 heridos.

El plan de Lonardi y el de su sector era rescatar la estructura política peronista y su base social fundando un “peronismo sin Perón”. La actitud conciliatoria del presidente de facto fue rápidamente atacada por los sectores liberales, encabezados por el vicepresidente de facto Issac Rojas. El general Lonardi fue desplazado por el general Pedro Eugenio Aramburu, representante del sector liberal del Ejército, el 13 de noviembre de 1955. El almirante Issac Rojas conservó el cargo de vicepresidente.

La segunda etapa de la Revolución Libertadora, encabezada por el binomio Aramburu Rojas, se caracterizó en el terreno político por su decidida acción contra el peronismo depuesto. La CGT fue intervenida, fue asaltado su edificio donde fue vejado y secuestrado y “desparecido” el cadáver de Eva Perón. Se lanzó una persistente persecución de militantes o simples simpatizantes peronistas que incluyó el encarcelamiento de más de 4.000 personas, la tortura sistemática y el fusilamiento de 33 civiles y militares en junio de 1956. El gobierno de la llamada “Revolución Libertadora” decidió en febrero de 1956 el ingreso de la Argentina al Fondo Monetario Internacional y aplicó el “plan Prebich”, el primer programa de “ajuste” del Fondo aplicado en nuestro país. El plan atacó la regulación económica, desmanteló el IAPI y las instituciones destinadas al bienestar social de la población, promovió las privatizaciones de Empresas del Estado pero no tuvo éxito y se dedicó a estimular las inversiones externas y congeló, o sea rebajó los salarios.

La nueva política perjudicó a la clase obrera. Su masiva afiliación peronista La convertía en objeto de persecuciones encubiertas o abiertas en los barrios como en los centros laborales.

La comisión investigadora de las cuentas de la fundación Eva Perón no pudo encontrar irregularidades. Halló intactos los depósitos bancarios de la Fundación que sumaban 3.500 millones de pesos, unos 250 millones de dólares al cambio de octubre de 1955. Estos dineros no fueron depositados por los libertadores en las cajas de jubilación como se había previsto. En su dictamen la comisión “libertadora” se quejaba por los “excesos” de la Fundación Evita: “Desde el punto de vista material la atención de los menores era múltiple y casi suntuosa. Puede decirse, incluso, que era excesiva y nada ajustada a las normas de la sobriedad republicana que convenía, precisamente, para la formación austera de los niños. Aves y pescado se incluían en los variados menús diarios. Y en cuanto al vestuario, los equipos mudables, renovados cada seis meses, se destruían”.

Señala Alicia Dujovne Ortiz “Una dama católica, Doña Adela Caprile, que formó parte de la comisión liquidadora de la Fundación instaurada tras la caída del peronismo, nos ha confesado haber sentido una impresión similar ’nunca hubiera creído que se pudiera reunir semejante cantidad de raquetas de tenis. Era un despilfarro y un delirio, pero no un robo. No se ha podido acusar a Evita de haberse quedado con un peso. Me gustaría poder decir lo mismo de los que colaboraron conmigo en la liquidación del organismo’”.

Se dio rienda suelta a un revanchismo con un fuerte acento de odio de clase. Se formaron inmensas fogatas en los hogares y policlínicos de la fundación Eva Perón, donde se quemaron miles de libros, frazadas, sábanas, cubre camas, platos, y cubiertos porque llevaban el sello de la institución. Decenas de pulmotores fueron destruidos por la misma sinrazón. Pocos meses después, una gravísima epidemia de polio se abatió sobre el país. Muchos chicos argentinos murieron por falta de aquellos aparatos y, ante la tragedia consumada, los “libertadores” tuvieron que importar veintiún pulmotores desde los Estado Unidos.

La Ciudad Infantil, conocida y admirada en el mundo como ejemplo de contención y educación de la infancia desvalida, fue asaltada por las tropas. Sus pequeñas casitas que reproducían los edificios clásicos de una ciudad y un enorme comedor que alimentaba centenares de niños por día, fueron aplastados por los tanques y sus piscinas fueron cegadas con cemento.

El decreto 4161 del 5 de marzo de 1956, pretendió prohibir por decreto al peronismo en todas sus formas y expresiones. El decreto decía en uno de artículos; “Se considera especialmente violatoria de esta disposición la utilización de la fotografía retrato o escultura  de los funcionario peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto, el de sus parientes, las expresiones peronismo, peronista, justicialismo, justicialista, tercera posición, la abreviatura PP, las fechas exaltadas por el régimen depuesto las composiciones musicales “marcha de los muchachos peronistas y Evita Capitana” o fragmentos de las mismas, y los discursos del presidente depuesto o su esposa o fragmentos de los mismos.” El resultado de tan absurdo decreto, como suele ocurrir en estos caso, fue el incremento del orgullo por su identidad peronista de los militantes de la resistencia.


El último sueño de Eva Perón fue la construcción del Hospital de Niños mejor equipado y más grande de Sudamérica que comenzó a construirse en un predio de 94 mil hectáreas en el barrio de la paternal, sobre la calle Warnes. Los “libertadores” evaluaron que aquella obra iba a ser un monumento a la obra de Evita y decidieron desistir de la construcción del nosocomio infantil, prefiriendo salvaguardar sus miserias políticas a la atención de la salud infantil. El lugar fue abandonado en avanzado estado de construcción lentamente fue siendo ocupado por familias que lo fueron bautizando como el “Albergue warnes”. Casi como alegoría, un presidente de origen peronista pero que había “evolucionado” hacía el autodenominado “neoliberalismo” el mismo que fue a visitar a su lecho de enfermo al almirante Rojas y se despidió con un recordado beso, fue el encargado de demoler, entre otras cosas, lo que quedaba del esqueleto del Hospital Pediátrico María Eva Duarte de Perón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario