BREVE HISTORIA
DELA SEGURIDAD PRIVADA
DE
Buenos Aires, 7 de mayo de 2012.
En la permanente recorrida que realizo todos los
días, buscando noticias y nuevas ideas entre las publicaciones de los
compañeros de la Seguridad Privada
y también de las otras publicaciones que tratan de perjudicar a los
trabajadores, entonces con la idea y la decisión de ponerlos en descubierto y
denunciar las actividades negativas, por eso siempre estoy buscando. En ese
interminable peregrinar me encontré con esta nota de la cual transcribo la
parte más sensible del tema tratado, (el resto lo pueden leer de la página
original).
Escrito por Clara Britos miembro del (Sindicato
Nacional de Trabajadores de Vigilancia Privada)
El martes, 27 Marzo 2012 Clara Britos nos
decía lo siguiente:
“… En varias ocasiones, y en la tentativa de
análisis sobre el por qué los vigiladores/as y custodios/as, se encuentran
postergados en materia de ingresos y beneficios, me remonté a varias décadas
atrás, al origen. Las empresas de la Seg. Priv., nacen debido a la necesidad no del
todo “sentida” sino más bien “inducida”. Creadas, como un próspero negocio para
su futuro en Democracia, en un principio, fundadas por “Retirados” (o en
actividad) que vieron en la “mano de obra desocupada”, como a sus subalternos
que serían acogidos por sus jefes de cuartel. (Tal el caso de muchos, que ya
fueron detenidos por delitos de lesa Humanidad, al ser descubiertos camuflados
como empresarios) De ahí, la sumisión de estos primeros trabajadores, ex
policías algunos, otros desesperados, en épocas en que crecía la desocupación.
También por entonces nace la CAESI , cámara que nuclea a
estas empresas, y por supuesto, la
UPSRA.
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RESPUESTA SIMPLE
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SI
HABLAMOS DE HISTORIA
VAMOS A
CONTARLA BIEN
Como decía el inefable Alberto
Olmedo, “Si la vamo hace, hagamola bien”.
Hablando en sentido práctico, si hay algo que me emociona, es cuando los
compañeros y compañeras se deciden a investigar la historia del movimiento
obrero y cada una de las organizaciones. Sin embargo en este sentido siempre he
sido muy exigente en tratar con la máxima rigurosidad de las objetividades los
datos y los hechos producidos en cada una de las etapas y los motivos que han
llevado a las personas a actuar de determinada forma, tanto a favor como en contra
de los trabajadores.
En este sentido, la compañera
que escribe la nota, me imagino que lo hace con la mejor de todas las
intenciones tratando de transmitir a los compañeros los motivos de nuestra
actual realidad como trabajadores de la seguridad privada. Apoyada en esa buena
intensión, La compañera comete un grave error de “interpretación” o no alcanza
a ver todos los elementos que dieron lugar a la creación y organización de la
seguridad privada.
En principio se equivoca
cuando dice sobre los motivos de la creación de esta actividad lo siguiente: “… Las empresas de la Seg. Priv., nacen
debido a la necesidad no del todo “sentida” sino más bien “inducida”. Creadas,
como un próspero negocio para su futuro en Democracia, en un principio,
fundadas por “Retirados” (o en actividad) que vieron en
la “mano de obra desocupada”, como a sus subalternos que serían acogidos por
sus jefes de cuartel.”
Esta afirmación de la
compañera es muy simplista y nos llevaría a pensar que los fundadores de la
“seguridad privada” vieron un “negocio” y luego es como si ellos tenían
comprensión del futuro inmediato y de las resoluciones políticas a las cuales
se enfrentaba el entonces gobierno militar que había destituido al general Juan
Carlos Onganía. Por otra parte no podían ni siquiera prevenir el futuro del
sucesor de este proceso, que en ese momento dependía del general Alejandro
Agustín Lanusse, tanto en las decisiones como en la consecuencia del estado
prerrevolucionario donde se encontraba inmerso el País, en el año “uno” de la
década de 1970. (Año 1971)
Nadie, absolutamente nadie
hubiera podido preveer los sucesos que ocurrirían en el futuro inmediato, menos
aún en los venideros veinte años por transcurrir, con el resultado de un país
que se sumergió en un baño de sangre.
Este es el momento previsto,
cuando la Cámara
Empresaria de la Seguridad Privada (CAESI) fue fundada en la fecha
del 2 de setiembre de 1971, y posteriormente en el año de 1973 se autoriza a la Unión del Personal de
Seguridad (UPSRA) y al Sindicato Único de Vigilancia e Investigaciones de
Córdoba (SUVICO) a funcionar como entidades gremiales de primer grado.
MOTIVOS POLITICOS
Todo el mundo en la República Argentina
sabe que el 29 de mayo del año 1969 se manifestó una movilización popular
llamada “El Cordobazo”, fue el
levantamiento popular más formidable del último cuarto de siglo en argentina.
Este movimiento, “El Cordobazo”, solo
tiene comparación con la huelga iniciada en los Talleres Vasena en la “Semana
Trágica que se inició del 7 de enero al día 14 del mismo mes del año 1919 y
puso en jaque la estabilidad del sistema institucional y el régimen capitalista
de la República Argentina ”.
En el año de 1969, el
estallido de Córdoba colocó a toda la sociedad argentina frente a una realidad
diferente. A partir de ese momento todas las instituciones del sistema institucional
de la República Argentina
quedaron obsoletas y al borde de la extinción. Las fábricas trabajaban bajo
control de los obreros y estaban dirigidas a través de las Comisiones Internas
y los cuerpos de Delegados. Muchas fábricas fueron ocupadas por los activistas
y dirigentes combativos, quienes tomaron como rehenes a los directivos de
fábrica. Por esa época la actividad de los sindicatos combativos tenía más
fuerza que los diezmados partidos políticos.
A partir de ese momento tanto
el gobierno militar de Juan Carlos Ongania, como los empresarios y toda la
organización privada, no pudieron confiar más en la lealtad y la objetividad de
los empleados que custodiaban los portones de entrada y salida de las fábricas;
las porterías de los edificios de oficina y las puertas de ingresos en las
organizaciones estatales. El motivo de esta desconfianza surgía por una cuestión
de la solidaridad de este personal de control y portería con los trabajadores y
sus organizaciones gremiales ya que estos empleados respondían a las directivas
del sindicato. Frente a esta situación de conflicto los funcionarios del
sistema estatal (miembros del Gobierno militar) y los empresarios fabriles, por
intermedio de sus cámaras patronales acordaron por decisión unánime la
necesidad de crear y fundar una nueva división del trabajo en la argentina,
cuya función les protegiera los “portones” de entrada de las propiedades frente
a la avalancha sindical.
Para
alcanzar este objetivo recurrieron a las experiencias de países europeos y del
“Gran País de Norte”, los norteamericanos. Finalmente el 2 de setiembre de 1971
un grupo del personal superior de la policía Federal y personal de la Fuerza Aérea , fundan la Cámara Empresaria de la Seguridad Privada ,
siendo el instrumento institucional la
Ley de Seguridad Nacional y Orden Interno y la Doctrina de la Seguridad Nacional
que servirá en los años venideros como el instrumento más idóneo durante el
período de 1971 hasta 1992 y de donde surge posteriormente la Ley de Seguridad Privada sobre
el texto de la Ley 24.059 - Ley de
Seguridad Interior en el año de 1992.
El día 24 de marzo de 1976, fecha en la cual la última dictadura militar
usurpó el poder público en la
Argentina , se sancionó la Ley 21.265, para regular el Servicio de Seguridad
Personal para empresas y particulares que pretendan ejecutar esta tarea, debido
a que "... la anómala situación en
que se desenvolvió hasta el presente la vida del país, ha posibilitado en esta
materia abusos y también actos delictivos...". El texto perseguía la
finalidad de neutralizar la existencia de personas armadas que, en el entorno
inmediato de numerosos sindicalistas, ejercían funciones de protección
personal.
El 4 de
mayo de 1978, Videla y Harguindeguy, introducen modificaciones al régimen del
Decreto 1063/76, artículos 1º y 4º confiriendo responsabilidad en la Gendarmería Nacional ,
la Prefectura Naval ,
la Policía Federal
y policías provinciales, según las jurisdicciones, en forma individual o
conjunta, de acuerdo al régimen de competencias.
Estas leyes tienen la virtud
de ser totalmente reaccionarias, militaristas y totalmente antidemocráticas e
inconstitucionales, cuya función fue someter a la población y a los miembros
que llevarían a cabo la Ley ,
y a partir de ese momento los miembros de la Seguridad Privada
fueron colaboradores de la dictadura militar.
OBJETIVO DE LA SEGURIDAD PRIVADA
Esta nueva organización de
control y persuasión reemplazó al sereno, al portero de fábrica, al ordenanza
estatal y municipal y a todos los empleados responsables de cubrir las entradas
y salidas de edificios y establecimientos fabriles. Vale decir que se pierde
una tarea laboral y es reemplazada por una nueva División Mundial del Trabajo;
“La Seguridad Privada ”.
No fue necesario transitar
mucho camino para observar que los nuevos propietarios cometieran la primera
gran felonía contra el personal de seguridad privada. En el Convenio Colectivo
de Trabajo homologado en el Ministerio de Trabajo, realizado “sin la presencia”
de los trabajadores, obteniendo como resultado por una decisión unilateral, que
a partir del momento de aceptados los pliegos, los trabajadores de seguridad
privada serían conocidos con el nombre de “vigiladores”.
Fue necesario que
transcurrieran más de veinte años para comprender cual fue el objeto y la
finalidad del autor para implantar el título de: VIGILADOR a este grupo de
trabajadores, cuando todo el mundo tiene conocimiento que la palabra vigilador
no existe en idioma castellano.
En breve síntesis, los
VIGILADORES no existen, pero fueron compatibles con la exclusión del artículo
3º, inc a) Ley 11544, reguladora de la jornada laboral, que fuera sustituido
por la reciente Ley 26597, de esta manera las patronales negaban el pago de
horas extras a los “vigiladores” apoyados en esa normativa laboral y de
seguridad del trabajo. Que por otra parte evitaron remitirse al artículo 11º
del Decreto Reglamentario 16.115/33 de la Ley
11.544; cuyo texto dice: “… Art. 11.— Se
entenderán comprendidos dentro de la denominación de empleados de dirección o
vigilancia:
a) El jefe,
gerente, director o habilitado principal.
b) Los altos
empleados administrativos o técnicos que sustituyan a las personas indicadas en
el inciso anterior en la dirección o mando del lugar de trabajo; subgerente;
los profesionales liberales dedicados exclusivamente al ejercicio de las
funciones de su competencia o que acumulen a su cometido, algún cargo de
dirección o vigilancia; personal de secretaría que se halle afecto a la
dirección o gerencia y que no sea meramente subalterno; jefes de acción, de
departamentos, de taller, de equipos, de personal de máquinas, de personal de
calderas o de personal de cuadrillas y subjefes, mientras reemplacen al jefe
respectivo; capataces, apuntadores, inspectores, mientras reemplacen al titular
y siempre que efectúen trabajos de dirección o vigilancia.
Están
comprendidos en las excepciones de la ley, los cobradores o investigadores de
cobranzas y corredores que sean remunerados exclusivamente a comisión.
Las personas
enumeradas en este artículo se considerarán exceptuadas a condición de que
ejerzan exclusivamente los trabajos inherentes a su denominación….”
Sin embargo las patronales
siempre ignoraron esta norma regulatoria y estafaron a los trabajadores,
restándo el suplemento por hora extra trabajada, en los horarios y las
fechas no autorizadas por ley.
AUTORIZAN LOS SINDICATOS
POR OBLIGACIONES LEGALES
Finalmente la UPSRA fue autorizada como
entidad sindical de primer grado con el objeto de cubrir el vacío sindical y
autorizar los pliegos del C.C.T. que la CAESI presentaba al Ministerio de Trabajo y este
organismo exigía la creación de la organización sindical para legalizar esa
relación laboral.
Bajo las circunstancias
dramáticas del momento político que ocurrían en esos años, la fundación de la UPSRA y de SUVICO en
Córdoba, tuvieron aristas muy dramáticas a causa del enfrentamiento entre los
miembros de la dictadura militar que controlaban el Ministerio de Trabajo y la
insalvable contradicción que los obligaba a cumplir con las leyes que regulaban
la actividad laboral de los trabajadores de la República Argentina.
En este sentido no son
casuales, ni caprichosos el artículo 6º y 7º del C.C.T. Nº 15 de donde deriva
en C.C.T. 194/92 y dicen lo siguiente:
ARTICULO 6°) INTERPRETACION DE
LAS NORMAS DEL PRESENTE CONVENIO: En la interpretación de las normas del
presente convenio se tendrá siempre en cuenta que la vigilancia y seguridad
constituyen una actividad de interés público en la que las autoridades
competentes han delegado en entes privados el cometido de colaborar con los
poderes del Estado en la protección y salvaguardia de personas, bienes e
intereses públicos y particulares sin que ello incida en la naturaleza jurídica
de la relación entre agentes y empleadores.
ARTICULO 7°) DIGNIFICACION DEL
TRABAJO: Ambas partes se comprometen a dignificar las fuentes de trabajo. A
tales fines, y teniendo en cuenta la índole de la actividad definida en el
artículo anterior se dará cumplimiento a las disposiciones vigentes en materia
de trabajo, excluyéndose por completo la calificación de “serenos” para
denominar de este modo a los vigiladores.-
Los funcionarios policiales y
militares pretendían un organismo de apoyo policial con formas de
funcionamiento idéntico a las fuerzas de seguridad y sin intervención sindical,
ni de los organismos de control, es decir la CGT , y poder cumplir el rol de controlar y espiar
a los trabajadores en las fábricas y en los establecimientos públicos y
privados y hacer los trabajos de “inteligencia” que años más tarde utilizaron los
grupos mercenarios de “policías” y “militares” para denunciar a los activistas,
los Delegados y Comisiones Internas y señalar como subversivos a los compañeros
obreros muchos de ellos serían secuestrados por los agentes de la dictadura.
Esta es una parte muy dolorosa
de la historia del gremio, que fue real, existió porque en sus orígenes el
personal de seguridad privada, pertenecía a las fuerzas de seguridad y
represión del Estado, algunos eran personal retirados y otros personal en
actividad y se trataba de funciones “adicionales”, con la misma función de
policía, aún cuando utilizarán uniformes diferentes.
Años más tarde cuando la
actividad derivó en otra muy diferente, con personal totalmente civil, fue
necesario un trabajo muy penoso y muy didáctico, tener que explicar a las
personas de la sociedad de conjunto y a las personas por separado, que el
gremio había dejado de ser un organismo de respaldo policial. Más difícil fue
hacerlo entender al resto de los gremios y a los trabajadores en general, que
miraban al trabajador de vigilancia con mucha desconfianza. Sin embargo a pesar
del tiempo y del trabajo de aclaración, en los tiempos actuales todavía
desconfían de los vigiladores y del personal de Seguridad Privada.
A pesar de todo el empeño
interpuesto por las fuerzas de represión, en modificar las relaciones de la
organización laboral y la dependencia patronal, los fundadores se encontraron
con una contradicción insalvable. Dentro de las mismas organizaciones de los
militares, el personal civil de la nación estaba organizado en sindicatos.
Es importante ubicar en primer
plano el carácter destacado, entre otros, de la
Dra. Noemí Rial, actual Secretaría de
Trabajo, que trabajo de modo incansable en lograr que el gremio tuviera la
característica del resto de las organizaciones gremiales, hasta que finalmente,
con la llegada de la incipiente democracia de 1973, a cuestas del
presidente Héctor José Campora, a través de elecciones forzadas de ese año por
la presión de los sindicatos y del pueblo y el proceso político de aquel
momento, los que van a dar lugar a la creación de dos sindicatos de seguridad
privada aprobados y reconocidos por el Ministerio de Trabajo.
Durante
veinte años personal retirado y en actividad, perteneciente a las fuerzas de
seguridad y represión del estado, ocuparon y controlaron las puertas de los
accesos a las fuentes de trabajo, a las fábricas, a los edificios de la
administración pública, controlando y vigilando a los trabajadores. Fueron los
ojos y oídos de la Represión durante la última dictadura, esta gente se ganó el odio y el rechazo de los obreros fabriles y los trabajadores de todos los oficios.
El vigilador (normalmente un policía o miembro de
gendarmería, prefectura que, trabajaba en períodos de 12 horas por 36 horas de
franco) fue la peor basura que alternó con los trabajadores. Los ojos y oídos y
hasta la respiración estaba sobre las espaldas del obrero de la producción y
los establecimientos públicos, señalando a los activistas y a lo dirigentes del
movimiento obrero, para denunciarlos cumpliendo las normas de la artículo 4º
del Decreto
1063/76.
El sindicato en esos tiempos
fue un local que funcionaba en la calle Maipú de Capital Federal y la
Obra Social , era inexistente por cuanto el
personal de las fuerzas de la seguridad utilizaba sus organizaciones naturales.
Con la llegada al gobierno de
los “inquilinos” de la denigrante década de los 90’ que produjo el desbande y
destrucción de todas las fuentes de trabajo y la creación de la tercerización
laboral y el trabajo informal, el panorama político y social presagiaba una
formidable explosión social. En ese preciso momento apareció una salida, una
válvula de escape al clima reinante y un nuevo “nicho” económico para explotar.
UN GENIO DE LOS NEGOCIOS
Por esos días de 1990, con una
privatización forzada y que el gobierno de turno debía llevar a cabo si
pretendía sobrevivir, apareció un “genio” y le propuso al dueño de las obras
sociales un “negocio”, llevar a la práctica “La tercerización”. Dentro de los
organismos existentes, el más potable por la forma de organización y estructura
a nivel nacional se destacaba la UPSRA. El
proyecto se completa con un tercer actor quien provee el “mono” para el
experimento.
De esta manera Enrique "Coti" Nosiglia, ex ministro del
Interior y Operador de la UCR ,
propone a Luis Barrionuevo el
negocio de los seguros. En la búsqueda del instrumento para el funcionamiento
del nuevo nicho, la agudeza visual del dirigente gastronómico, apunta a un
“bolichito” de la calle Maipú, donde se encuentra un dirigente de muy bajo
perfil. En este recorrido se incorpora otro amigo, el Intendente de Avellaneda
Herminio Iglesias, quien provee el “mono” para el experimento. Hasta la década del 80, Ángel Alberto García era taxista en
Avellaneda, su amigo Herminio Iglesias lo presenta a Luis Barrionuevo a fines
de 1989 y de inmediato lo transformó en secretario general de UPSRA. (Esta es
una historia que viene por separado).
Por Decreto de Necesidad y
Urgencia, el instrumento predilecto del gobierno de la época, nace la
obligación reglamentaria que toda actividad comercial debe contratar “seguridad
privada” para acogerse al servicio de los seguros contra terceros o cualquier
otra cobertura de Seguros o Coseguros. Para llevar a cabo esta nueva actividad
fue necesario modificar y crear los reglamentos y leyes de seguridad privada,
así la Ciudad
de Buenos Aires tiene su primer reglamento a través de la
Ley N º 118 aprobada en 1998 y luego
modificada y reemplazada por la actual ley 1913 y en la Provincia de Buenos
Aires la Ley
12297, modelo para otras provincias y localidades.
RESULTADO DE LAS PRIVATIZACIONES
Con las privatizaciones de las
Empresas del Estado, quedan sin empleo más de seis millones de personas. El
retiro voluntario, fue un mecanismo legal, inventado por el gobierno, para
auto-despedir el ejército de empleados “molestos” que en su mayoría estaban con
“sumarios” pendientes por diversas contravenciones administrativas de acuerdo a la Ley 19.549. De esta forma
se produce el retiro voluntario con dinero en el bolsillo, donde la generalidad
contaba más de veinte años de antigüedad, los “favorecía” para instalar un
pequeño negocio, o comprar un vehículo para remisería.
Acostumbrados a la bonanza y a la abundancia
de trabajo, que existía en cualquier rubro por aquella época de 1990, nadie
imaginó el grave problema que se avecinaba. Los argentinos de esa etapa de la
historia no conocían la desocupación, ni siquiera tenían conocimiento del
significado de esa palabra funesta, hasta ese momento la ocupación plena era
una realidad única de Argentina. Desde la creación de las Empresas del Estado,
en 1947 y 1948, los empleados formaban parte de una clase media ficticia, en
competencia con la pequeña-burguesía porteña y de las zonas aledañas. Mientras
existió como clase social producto del empleo estatal, el estilo de vida
adquirido y desarrollado hasta ese momento, facilitó la creación de una
organización independiente, conocida como una subclase creciendo como hongos
debajo de los residuos económicos de los empleados del Estado, que con el
correr del tiempo se auto-denominó, “cuenta-propista”.
Estas personas se dedicaban a subsanar
problemas de carácter técnico-doméstico, tales como plomería, pintura,
carpintería y un sin número de actividades particulares que requería la vida
doméstica cotidiana de las personas, en lugares como Zona Norte y el Centro de la Ciudad , con el tiempo se
extendió a toda la Capital Federal
y zonas del Gran Buenos Aires.
Este ejército de personas que sobrevivían en el submundo social de una
sub-clase social ficticia, quedó pasmada frente a la visión del desmoronamiento
de los medios de subsistencia que la sostenían hasta ese momento. La
privatización del Estado dejó sin recursos a más de diez millones de personas,
en un solo acto político.
Finalmente estas personas de los grupos cuenta-propistas, ante la ausencia
de recursos para sobrevivir, fundaron y organizaron los ejércitos de piqueteros
y se lanzaron a las calles reclamando un subsidio para sobrevivir. Por otra
parte los agentes de las Empresas del Estado emigraron a otras profesiones, a
jubilaciones anticipadas, y se disgregaron en el esquema de empleos informales
y tercerizados, y algunos en la Seguridad
Privada.
Luego de haber experimentado el desempleo aletargado en el tiempo y sin
ninguna perspectiva. Ganados por la desesperación de no tener recursos para
vivir, el nuevo oficio les ofrecía nuevas esperanzas y una posibilidad, que más
tarde verían empañadas por la intransigencia de los empleadores de estas empresas
y agencias de trabajo intensivo.
LLEGADA DE LA INVASION
Tradicionalmente desde sus orígenes las agencias fueron propiedad de
policías y miembros retirados de la Fuerzas
Armadas. Asimismo las normas legales exigían un representante
técnico retirado de las Fuerzas de Seguridad. La modificación de la ley
facilitó la participación de personal civil, licenciados en seguridad privada,
cuyo objeto, en las palabras de Aquiles Gorini, presidente de la CAESI era privatizar la Seguridad Privada.
Sería muy redundante manifestar que la seguridad privada abrió un gran
abanico de posibilidades a los empresarios, a tal punto que la multinacional
SECURITAS con filiales en más de treinta y dos países es la más grande del
mundo, se instaló en Argentina, con el propósito de lavar las ganancias no
declaradas por los “empresarios”, de igual modo PROSEGUR mucho antes monopolizaba
la actividad y así, entre grandes empresas el mercado de la seguridad privada
cambió el objeto original para transformarse en el negocio más rentable, sin
riesgos de inversión, creando la “industria” de la super-explotación humana.
A partir de la explosión original, en la actualidad subsisten en todo el
país más de seis mil agencias y empresas y más de ciento cincuenta cooperativas
de seguridad. Totalizando entre todas un aproximado de un millón de
trabajadores de Vigilancia Privada, esparcidas por toda la República Argentina como trabajo informal, trabajo clandestino y trabajo con relación de dependencia legalizado.
La nueva normativa
escrita para la Ciudad Capital
y en el Gran Buenos Aires, exigía como condición principal, que el personal de
seguridad privada estaba obligado a la tenencia de Estudios Secundarios
Completos. El motivo principal estaba relacionado con la aportación de armas y
el ingreso masivo de personas provenientes de las Ex–Empresas del Estado. Este
diagnóstico, como muchos otros a los cuales arriban los funcionarios del poder,
fue erróneo.
La invasión se produjo, tal como la habían pronosticado. Sin embargo el
personal que ocupó las vacantes no fueron los “clasificados” empleados que
esperaban, muy por el contrario, fueron los sectores más postergados del
movimiento obrero quienes ingresaron a la nueva división del trabajo. La
vanguardia obrera que fue desplazada por
las privatizaciones no integró la seguridad privada, estos activistas fueron
hacía otros “nichos” laborales también regidos por el trabajo informal.
Esta inesperada situación favoreció a los propietarios de la agencias de
seguridad por el tipo de material humano disponible y por la ausencia de
posibilidades de un control efectivo de parte de los organismos oficiales y del
ANsES, la AFIP y
otras dependencias estatales.
En poco tiempo cientos de miles de personas eran explotadas sin ninguna
clase de beneficios sociales y eran violados todos los derechos laborales.
Finalmente hasta los funcionarios públicos cayeron bajo la influencia de los
“empresarios” en su gran mayoría Ex - funcionarios policiales de Capital o de la Provincia de Buenos
Aires que, los sobornaron con las prebendas que llegaban a manos de quienes
debían poner una firma y mirar para otra parte.
EL FANTASMA DE LA DESOCUPACIÓN
Es importante hacer notar que la explosión demográfica, resultado de la
aceptación lograda por esta forma de informalidad y tercerización laboral,
excedió largamente las expectativas de sus creadores y se transformó en la
respuesta que buscaban los empresarios reclamando y exigiendo “Seguridad
Jurídica” para sus inversiones. Utilización de mano de obra barata y sin
responsabilidad. De esta manera el trabajador de seguridad privada se convirtió
en un material “todo terreno” y de “todo uso”, quedando de lado y postergada la
profesión de la seguridad privada.
Con la aparición del nuevo “servicio”, desaparecieron cientos de
categorías laborales dentro del gremio de Comercio y otros gremios de servicios
y rubros que componen la División Mundial
del Trabajo, tanto en la argentina como en toda América Latina.
Esta nueva División del Trabajo engendró el “temor” a la desocupación.
No fueron la “cara de mierda” que pueda poner un comisario retirado, ni un
ex-militar. Ni siquiera los gritos y amenazas que puedan proferir para
descargar “sus nervios”, ni siquiera la discriminación recurrente del
supervisor alcahuete de la patronal, para amedrentar al trabajador. El temor de
los compañeros está implícito en la posibilidad de enfrentar “El fantasma de la Desocupación ”. En
cualquier lugar del planeta la desocupación aterra al trabajador, es nuestra
principal enfermedad.
Los trabajadores de argentina han enfrentado a todas las dictaduras que
asolaron el país y soportaron las persecuciones, las cárceles, la muerte y la
disgregación de las familias, la pérdida de los bienes y de los seres más
queridos, pero jamás tuvieron miedo físico a ningún enemigo que haya enfrentado
la clase trabajadora. Derrotaron las dictaduras y finalmente los quitaron de la
historia con todas las armas y todo el potencial de fuego y permitieron la
creación de la democracia política y la libertad que hoy gozamos todos.
En este punto tenemos que ser muy claros, los trabajadores no le temen
al patrón, no le temen al individuo que los representa, el miedo del trabajador
es al “Fantasma de la
Desocupación ” y el desamparo de la familia, por eso durante
sesenta años lucharon de modo incansable, con sus sacrificios y con sus
mártires en alto, igual que las banderas de lucha esgrimidas en cada reclamo y
en todas las batallas que les toco enfrentar. Los estandartes tienen los
rostros de los caídos y siempre serán recordados.
A partir de la nueva situación creada con las privatizaciones, este lado
“flaco” y “débil” de los trabajadores, es explotado con crueldad por estas
patronales y lo aplican frente a cualquier reclamo, que implique meter la mano
en el bolsillo para pagar de acuerdo a los convenios que firmaron.
Diferente es el activista, el militante, el dirigente, a estos
compañeros que, tienen la visión de cambiar las cosas, de modificar el estado
actual y mejorar las condiciones de vida del trabajador. Estos compañeros
entregan todo, sin importar las consecuencias. Son los revolucionarios del
mundo, son los creadores de la nueva sociedad, son el futuro de la humanidad,
sin importar en que lugar del mundo se encuentren.
Esta es la parte que no tiene margen de equivocación y la critica apunta
a quienes se acercan a los sindicatos y organizaciones gremiales pretendiendo
obtener algún beneficio sin ninguna clase de riesgos. Estos compañeros piden y
exigen garantías de preservación a cambio del “apoyo” para obtener beneficios,
como algunos que se acercan a pedir guardapolvos y útiles escolares y luego se
van a la UPSRA
con la misma finalidad. Estos compañeros no son activistas y seguramente nunca
estarán en ninguna movilización. Esto es algo que ocurre en todos los gremios.
LOS VIGILADORES NO
TIENEN SINDICATO
Los trabajadores de la Seguridad
Privada , no tienen Sindicato, Nunca tuvieron una organización
gremial. Al respecto, habrá quien rechace esta afirmación.
Analizando la composición de la
UPSRA nos encontramos con una institución que capitulo y se
arrodilló frente a la CAESI ,
a cambio de dinero y de negocios para un pequeño grupo de “gusanos” auto-titulados
dirigentes sindicales, y este grupo maldito de “gusanos” traicionaron todas las
tradiciones del movimiento obrero, esta gente desnaturalizó la actividad
sindical y sometió y entregó con mentiras y engaños a los trabajadores de la Seguridad Privada.
Desde 1989 este
grupo y sus socios en las delegaciones provinciales y regionales, perjudicaron
a los trabajadores en beneficio de las agencias de seguridad privada,
expulsando y denunciando a los compañeros que se acercaban a realizar reclamos
por incumplimientos del Convenio Colectivo de Trabajo, que por otra parte
siempre favoreció a las agencias y nunca al trabajador.
Los únicos artículo favorables, son los que surgen de la Ley de Contrato de Trabajo Nº
20744, que son violados e incumplidos permanentemente. Además nunca se
eligieron delegados de empresas o de sectores. La vida sindical que forma parte
de todos los sindicatos en esta organización “patronal”: la UPSRA , nunca existió y por
otra parte fue combatida y destruida toda actividad sindical.
El otro factor de importancia tiene relación con la presencia de un
Secretario General que nunca trabajó en la seguridad privada. Tan alejado de la
profesión que “compró” el título de abogado. (Hay muchas formas de comprar un
título) Un tipo que llegó por la claraboya como paracaidista, cuya finalidad
fue montar un negocio para acumular la mayor cantidad de dinero a costa del
esfuerzo de los afiliados. Esta política fue consecuencia de la desafiliación
masiva de cientos de miles de trabajadores, a los cuales se suman los
trabajadores que no quieren estar afiliados. En todo el país, no llegan al 7%
la cantidad de afiliados a UPSRA, la mayoría forzados por los dueños de las
agencias que sostienen a esta organización.
Cuando nosotros, La Agrupación
Democracia Sindical, iniciamos la actividad, existía en la Capital Federal un grupo
llamado Unión-y-Lealtad, dirigido por el compañero Peralta, un compañero que
fue ex-Secretario de Prensa, de la
UPSRA , García lo expulsó y entonces organizó esa agrupación.
En el año 2000 presentamos lista para las elecciones de renovación de Comisión
Directiva.
Por este agravio a la figura del Secretario General doctor Ángel Alberto
García, nos expulsaron a todos de la UPSRA.
A partir de ese momento comienza una larga lucha y es recién
a partir del año 2007, cuando comienza a encenderse una llamita de luz y la
lucha gremial se reanuda con mucho esfuerzo y gran sacrificio, por parte de
todos los grupos y sectores que comenzaron a nacer en todo el país.
Desde entonces, muchos compañeros han caído y otros tantos han quedado
en el camino de la actividad, también tenemos nuestros muertos, causados por la
lujuria de las patronales, que no les importa el esfuerzo del trabajador y los
exponen a los riesgos más inesperados, exigiendo más y más horas de trabajo a
bajo sueldo y sin beneficios sociales, ni incentivos. Nuestros muertos pesan
sobre la cabeza de las patronales, están clavadas en sus conciencias y nosotros
los llevamos en nuestros corazones y en la memoria colectiva.
NO HABRA PAZ SOCIAL
MIENTRAS LAS PATRONALES
NO NOS DEVUELVAN
NUESTROS DERECHOS LABORALES Y MIENTRAS NO RESPETEN
CONCLUSION
Esta es una
parte de nuestra historia, de la historia de la Seguridad Privada
y del camino que ha recorrido en cuarenta años de actividad y de existencia. Que
nos ha enseñado que solo la verdad nos hace libres, solo la verdad puede
llevarnos por el camino de la victoria y de la recuperación de los derechos que
nos heredaron nuestros mayores.
Por encima de todas las cosas SOMOS TRABAJADORES, no somos POLICIAS, y
nos regimos por la Ley
de Asociaciones Sindicales, por la
Ley de Paritarias, tenemos el derecho de discutir y pelear
por mejorar el Convenio Colectivo de Trabajo y tanto los que venimos de otras
profesiones, como quienes iniciaron su vida laboral en la Seguridad Privada
tenemos el derecho de formar parte de la historia del Movimiento Obrero y la
obligación de transmitir a los que llegan y se suman, toda la experiencia
adquirida en los últimos veinticinco años de lucha.